Llego el tiempo de las vacaciones de
verano y como todos los años que llega el tiempo estival, en el
aeropuerto de Barajas se concentran miles de personas para depositar
sus maletas y disponerse a embarcar. Todo sucede con normalidad y
regularidad; en el momento que se oye por el altavoz del aeropuerto
una voz que indica que pueden ir a las puertas de embarque, enseguida
se forma filas enormes con distintas personas de dispar de
personalidades.
Todos ya están sentados en su asientos y
el avión se dispone a despegar, el vuelo trascurre con normalidad
todo indicaba que sería un viaje tranquilo, cuando el piloto indica
a la azafata de vuelo que anuncie a los pasajeros que ya pueden
desabrocharse los cinturones. Un extraño señor se levanta va hacia
el aseo, nadie se da cuenta de aquel suceso, pero cuando el vuelo
llega a su fin aterriza el avión en su lugar de destino una de las
azafatas se da cuenta que en el asiento 25 hay un sombrero y un flor
con una nota que decía: Gracias por llevarme hasta donde nadie me
puede llevar. La azafata extrañada pregunta a sus compañeros si
conoce o vieron aquel pasajero; nadie se dio cuenta, deciden mirarlo
por la lista de pasajes pero no hay ningún rastro de él, ni los
guardias de seguridad encuentran ninguna huella de aquel peculiar
viajero que desapareció en mitad del vuelo y tan solo dejo una nota
de agradecimiento y un sombrero.
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