Una carta de amor olvidado -Gloria Losada



Querido Carlos:
Supongo que te sorprenderá recibir esta carta por muchos motivos. Lo primero, pensarás que a quién se le ocurre, en los tiempos que corren, escribir una carta y enviarla por correo postal, bueno, yo soy así, ya me conoces, un poco snob, un poco friki en el lenguaje de hoy en día. También te sorprenderá que la carta sea mía. Bueno en realidad, no sé ni siquiera si la llegarás a recibir, tampoco sé muy bien por qué te la escribo. Buf menudo rollo te estoy metiendo. A ver, voy a empezar por el principio y dejarme de tonterías.
Verás hace dos meses me compré un piso y estoy haciendo la mudanza. Esta tarde, mientras estaba empaquetando cosas y de paso haciendo un poco de limpieza, me encontré esta foto, que directamente te trajo a ti a mi cabeza. ¿Te acuerdas? Hacía poco que existía el watsap, fuimos de los primeros en instalarlo en nuestros flamantes móviles con internet, y aquella noche, cuando te pregunté qué hacías, me mandaste esa foto de la mesa de tu cocina. Una cerveza, un cigarro y un poco de silencio mientras te relajabas recién llegado de trabajar. Se nos dio por imprimirla por ser la primera que nos mandábamos, por hacer la gracia, y mira por dónde, hoy me ha aparecido entre mis libros de estudiante de biología.
¡Qué época tan bonita, Carlos! Siempre he recordado mis años en San Sebastián con especial cariño, no sé si fue porque te conocí a ti, o porque fueron unos años buenos en sí mismos. Creo que los tiempos de estudiante en la Universidad, lejos del hogar por primera vez, no se olvidan jamás, y encima si encuentras el amor... entonces es imposible. Yo tuve la suerte de encontrarlo, te conocí en aquella fiesta de estudiantes y me enamoré desde el primer momento en que te vi. No sé bien por qué. No eras especialmente guapo, la verdad sea dicha, pero aquel aspecto un poco pijo, con el pelo repeinado hacia atrás todo engominado, y aquella cara siempre sonriente... no sé, me enamoré y punto, para qué voy a intentar encontrar un motivo. El amor es así, imprevisible y caprichoso. Lo que nunca llegué a saber fue si tú te enamoraste de mí, no digo en aquella fiesta, sino durante los años que estuvimos juntos. Pero bueno, en realidad es algo que a estas alturas ya no importa. Yo fui feliz y me quedo con eso, para qué darle más vueltas.
¡Cuántas locuras hicimos! ¿Te acuerdas? Sin ir más lejos la noche de la foto. Cuando la vi me cayó el corazón al suelo. Mi amorcito, recién llegado de trabajar, sólo en aquella casa tan fea, tan fría,así que no me lo pensé mucho. Cogí un bus y me fui a Bilbao. Cuando llegué ya estabas en la cama, me abriste la puerta medio dormido, pero mi presencia te despertó del todo. Luego nos pasamos la noche haciendo el amor y charlando. No sé cómo pudiste ir a trabajar al día siguiente.
Desde aquel día tomé por costumbre visitarte de vez en cuando, cada vez con más frecuencia. Los fines de semana yo me venía a mi casa en Santander y tú marchabas a Vitoria, a la tuya, así que, salvo alguno que otro, nunca los pasábamos juntos. Daba lo mismo. Yo faltaba a clase un día o dos y me iba a hacerte compañía. No quería dejar que bebieras tu cerveza ni fumaras tu cigarro solo muchos días.
Cinco años duró lo nuestro, lo mismo que mi carrera de biología. Y acabó de la manera más inesperada, cuando me presenté de sorpresa en tu casa, como hacía tantas veces y me abrió la puerta aquella chica que dijo ser tu novia. Pero si tu novia era yo... pues no, resultó ser que era ella, la que ibas a ver a Vitoria todos los fines de semana. Creo que no me llevé decepción tan grande en mi vida, y mira que me he llevado unas cuantas, pero la mentira y el engaño es lo peor que desde mi punto de vista puede ofrecer el ser humano.
No te volví a ver. No contesté tus llamadas, de hecho lo primero que hice fue borrar tu número de mi móvil. Olvidarte no fue nada fácil, lloré bastante, para qué voy a negarlo, pero al final el tiempo todo lo cura. Además, siempre pensé que el que lo nuestro terminara fue el motor que me impulsó a preparar las oposiciones a la enseñanza, que terminé aprobando. Necesitaba mantener mi cabeza ocupada en algo y me puse a estudiar como una loca. A los dos años conseguí plaza en un instituto en Torrelavega. Allí conocí a Roberto, un profesor de inglés diez años mayor que yo con el que terminé casándome. Roberto tuvo el poder de borrarte del todo de mi mente y de mi corazón. Fui muy feliz a su lado, bueno, contigo también lo fui. Supongo que siempre somos felices con nuestros amores, tengamos los que tengamos, hasta que dejamos de serlo, y cada amor nuevo que llega nos parece que es mejor que el anterior. Puede que a veces sea así, otras veces simplemente es diferente. Tampoco lo sé con seguridad, todo esto son suposiciones, yo no os he tenido más que a vosotros dos.
No sé si he tenido suerte con los hombres, es algo que me he planteado muchas veces. Mis dos amores fueron amores hermosos, pero los dos terminaron, lo tuyo por traición, a Roberto se lo llevó un accidente de coche hace apenas dos años, justo en el momento en que estábamos planeando tener un hijo. Cosas de la vida, Carlos, que es muy puta. Así que ahora que ya se me está pasando un poco la pena y he conseguido por fin aceptar que Roberto no va a volver, he decidido cambiarme de casa, en la que vivo es demasiado grande para mí sola y además está cargada de recuerdos. Bueno, todo en esta vida se carga de recuerdos. Mira a lo que me está llevando la foto de la cerveza, a escribirte una carta, a intentar comunicarme con mi primer amor, ese que dicen que nunca se olvida. Tal vez sea cierto, no soy yo muy consciente de si te he olvidado del todo o no. Cierto que mientras que estuve con Roberto no me acordé de ti para nada y sin embargo ahora... la foto... la remembranza de aquella noche... En fin, creo que todo esto no es más que fruto de mi mente todavía un poco trastocada por tantas emociones negativas que me ha tocado vivir últimamente, a lo mejor lo único que quiero es recuperar un trozo de la felicidad perdida, qué se yo.
Bueno Carlos, no quier darte más la lata. No sé si llegarás a leer nada de esto, en realidad tampoco tiene importancia que lo leas o no. Te voy a enviar la carta a la casa fría y triste en la que vivías hace años, es la única dirección tuya que tengo, así que como supongo que ya no vivirás ahí, también supongo que jamás llegaras a leerla. Recibe todo el cariño que soy capaz de dar al único hombre que me traicionó, o mejor dicho, que me engañó, pero bueno, eso ya no importa.




















Carlos metía sus cosas en cajas preparando la mudanza. Le habían ofrecido un nuevo puesto de trabajo en la filial de su empresa en Londres y por fin iba a dejar atrás aquella casa triste y fría. Al coger un libro cayó de entre sus hojas aquella vieja foto. Estaba rota y ajada, pero aún así consiguió arrancarle una sonrisa. María...¿dónde estarás? ¿qué habrá sido de tu vida? Quise pedirte perdón tantas veces... si en realidad yo a quién quería era a ti, pero siempre fui muy cobarde... Al final me armé de valentía y ya ves, me he quedado solo....El timbre del portal lo sacó de sus ensoñaciones. Era el cartero.

Relato inspirado en esta foto






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