Las
luces se apagan. El público se acomoda espectante en sus butacas y
se diluyen en la oscuridad los últimos cuchicheos. Paco levanta el
telón y se dispone a disfrutar de una trama que conoce al dedillo.
Es la trecientas veintiocho representación de "Muerte de un
viajante" en el teatro en el que trabaja desde hace casi
cincuenta años. Todavía era un niño cuando empezó. Aún no había
cumplido los quince cuando su padre logró meterlo para que
aprendiese un oficio. No hacía carrera de él. En el teatro hizo de
todo, siempre de aprendiz , de ahí no pasó, pero todos los oficios
a los que podía aspirar pasaron por sus manos y en todos dejó grato
recuerdo de su singular personalidad.
Para
figurinista no tenía maña -dijo el titular - pero se ocupó durante
años de que los ropajes estuviesen correctamente colgados en sus
perchas y en el armario de la obra a la que pertenecían. Los actores
eran muy buenos en lo suyo y no debían perder el tiempo en otras
cosas, decía siempre Paco recogiendo vestidos por los camerinos y
colocándolos en su sitio. El era el que veía el desgarrón en el
dobladillo del vestido demasiado largo, el botón que faltaba para
adaptar la cintura de una falda o la mancha en la pechera ya
demasiado evidente...lo pasaron a utilería cuando su puesto fue
ocupado por la hija de una amiga de alguien que tenía influencia en
esto de contratar... y Paco allí tampoco llegó a ser más que un
simple aprendiz. Lo que hacía más a gusto era ocuparse de proveer
los camerinos de aquellas cosas requeridas por los actores. Había
actrices bastante exigentes, más que actores. Pedían cosas que a
veces Paco se las veía y deseaba para poder encontrar. Como en
aquella ocasión en que tuvo que improvisar una ratonera con un
muelle, una pinza de la ropa y una goma porque no la encontró en
ningún lado. La actriz se negaba a entrar si su camerino no contaba
con ese objeto tan obsoleto. Proveer de jabón, champú , toallas y
papel higiénico era lo habitual, sin tener en cuenta otras
peticiones y estas no siempre rayaban en lo excéntrico de la
ratonera, se quedaban en colonias, colirios, ambientadores o bebidas
refrescantes, estimulantes o tranquilizantes , había para todos los
gustos.Más de una propina se llevó saliendo a comprar a toda prisa
Whisky u otras bebidas más fuertes que no entraban en lo pactado.
Menos mal que al lado del teatro había un bar que lo conocían y le
ponían las botellas a buen precio.
Además
de ocuparse de los utensilios de los camerinos debía poner en el
escenario aquellos objetos que la obra requería, siempre bajo la
dirección del responsable ¡claro! porque Paco no llegó nunca a
entender por qué en una ocasión era necesario poner una campana en
una puerta, barriles de madera, frascos, botellas... y en otra
sacar un caballete de pintor, lienzos, tubos de óleos, una cama . El
hacía lo que le mandaban . Lo que más le costaba era romper cosas y
dejarlas así en el escenario. Quería que su trabajo se valorase y
no entendía cómo podían hacerlo si a una silla tenía que romperle
una pata o dejar los cristales de un vaso roto a la vista de todos.
Paco
siempre tuvo pocas luces a pesar de haber estado ayudando durante
varios meses al iluminador. La pifia que armó en un estreno
enchufando mal una máquina de coser provocó que saliesen fuegos
artificiales del aparato y que los actores, que en ese momento
estaban en el escenario, saliesen escopeteados hacia bambalinas. El
público no se alteró pensando que formaba parte de la obra, es más,
en la crítica se valoró el realismo de la escena, pero a Paco lo
cambiaron, en principio a peluquería y maquillaje, a pesar de lo que
había disfrutado con las chispas . Allí se ocupaba de barrer, lavar
pelucas y poco más. Nunca puso las manos sobre una cabeza humana
pero a los actores y actrices les gustaba su presencia, decían que
charlar con él les tranquilizaba. Paco siempre estaba de buen humor
. Contaba mil y un chascarrillos vividos en el teatro pero sobre
todo le gustaba escuchar. Nadie sabía cómo se las apañaba pero
sabían que recibía confidencias de personas muy importantes del
mundillo teatral. El no traicionaba esa confianza. Era una tumba.
Sabía escuchar y dar cariño al mismo tiempo que guardar un
secreto. Alguno le decía que tenía que haber estudiado para cura,
que tenía cara de confesonario. Seguro que envidiaba la buena
relación que todos tenían con él. Cuando se jubiló Martita, la
señora de la taquilla, Paco pasó a ocupar su puesto, pero le duró
poco el destino, se liaba demasiado con el dinero y algún espectador
se aprovechó de ello para pagar menos o entrar sin pagar . Se
convirtió entonces en acomodador. Enseguida conoció a los
espectadores asiduos, charlaba con ellos, le presentaban a sus amigos
cuando éstos les acompañaban, conocía sus vidas, les preguntaba
por sus hijos, por sus enfermedades. Tenía pocas luces pero una
memoria de elefante. Si alguien le decía que había estado
hospitalizado con una apendicitis, el preguntaba por su operación la
próxima vez que le veía, aunque fuese seis meses o un año más
tarde. No se le olvidaba nada. En cuanto veía la cara se acordaba de
todo lo que esa persona le había dicho. Como se paraba tanto tiempo
con cada espectador no lograba acomodar a muchos pero muchos
esperaban por el aunque no necesitasen su ayuda, sólo por saludarlo
.
Un
día camino del trabajo le sorprendió la lluvia sin llevar paraguas.
Quiso correr para no llegar hecho una sopa, con tan mala suerte que
resbaló y calló justo cuando pasaba un coche que lo atropelló sin
poder hacer otra cosa. Le aplastó la pierna derecha y nunca llegó a
recuperarla, le daba bastante la lata. Estuvo mucho tiempo de baja
pero acabaron dándole el alta. Cuando se incorporó al trabajo hubo
que reajustar los puestos. Estar de acomodador no era para el lo más
conveniente . Le quedaba poco para jubilarse así que se ocuparía
del telón. Podía estar sentado detrás de el. No requería mayor
esfuerzo que apretar un botón cuando se le indicase. El resto del
tiempo estaría de comodín, haría lo que le mandasen, siempre con
buen gesto y feliz. Paco vivía para su trabajo y disfrutaba rodeado
de la gente del espectáculo.Vivía solo, no tenía padres ni
familiares, no se había casado... el teatro era su única familia...
Disfrutaba cada día de la obra que se representaba. La veía
íntegra. Se sabía varias obras enteras. Cuando llegaba a casa las
volvía a representar.El era el único actor pero era todos los
personajes. Cambiaba la voz con cada uno que interpretaba y lo hacía
como si estuviera en el escenario. Siempre actuaba fuera del trabajo,
cuando estaba solo, y no lo hacía nada mal. Pasó por todos los
trabajos de un teatro excepto por el que realmente hubiese encajado
¡Paradojas de la vida!
La
obra de esta noche está acabando. Paco sentado entre bambalinas, con
los ojos acuosos, repite con Linda el papel en su última escena . Se
la sabe de memoria. Después de tantas representaciones podría haber
sustituido a cualquiera de los personajes.
"Perdóname, querido. No
sé, pero no puedo llorar. No lo comprendo ¿por qué has hecho ésto?
Ayúdame, Willy, no puedo llorar. Tengo la sensación de que
simplemente, has salido otra vez de viaje, y sigo esperándote.
Willy, cariño, no puedo llorar ¿por qué lo has hecho? Por más
vueltas que le dé, no lo comprendo. Hoy he hecho el último pago de
la casa . Hoy, querido. Y en casa no habrá nadie. (Un sollozo le
entrecorta la voz) Ya no tenemos deudas, querido (solloza con más
fuerza, aliviada) Somos libres (Biff se le acerca lentamente) Somos
libres... somos libres...
(Biff
la levanta y la rodea con sus brazos. Los dos se alejan. Linda
solloza quedamente. Bernard y Charley aparecen juntos y los siguen, y
tras ellos va Happy. En el escenario, a oscuras, sólo se oye la
música de la flauta, mientras por encima de la casa se alzan,
nítidas, esas sombrías torres que son los bloques de pisos y...
Paco acciona el dispositivo
CAE
EL TELÓN"
El
público aplaude con entusiasmo. Paco vuelve a levantar el telón. Se
ilumina el escenario y los actores salen a saludar. Una, dos, tres
veces...cuando sale el director pide silencio al público y empieza a
hablar:
-Hoy
es un día especial, muy especial, diría yo. A partir de hoy este
teatro no será el mismo. Lo veremos tal cual está, como siempre...
habrá obras, actores, actrices, público, aplausos... todo igual que
siempre... pero nos faltará Paco. Hoy es su último día de trabajo.
Y diciendo ésto se dirige al lugar desde dónde Paco le escucha
atónito. Entre todos lo sacan al escenario. Un gran ramo de lirios,
su flor preferida, aparece enseguida entre sus brazos. Público ,
actores, compañeros, amigos... le dedican un gran aplauso. Paco se
siente actor, aclamado por primera vez por su público. Saluda como
tantas veces vió saludar a otros : Una, dos, tres veces .Tiene un
nudo en la garganta pero es el hombre más feliz del universo. Es su
gran noche de estreno... Algún expontáneo, cuando los aplausos ya
suenan cansados, reemplaza a Paco en la tarea de bajar el telón. El
público abandona la sala y se incorpora a su vida. El teatro se
vacía poco a poco . Se apagan las luces .Mientras tanto el bar de al
lado se va llenando de una actividad festiva inusual. Hay varias
mesas preparadas con comida y bebida. Varios paquetes con papel de
regalo llamativo destacan sobre una silla. Todos quieren estar con
Paco, no quieren perderse la última noche.
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