Hacia ninguna parte - Esperanza Tirado

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Me desperté. Miré por la ventana. Llovía. Quise volver a la cama, pero la cama ya no estaba allí. Ni mi habitación.
Seguía lloviendo. En realidad solo estábamos la lluvia y yo. Miré alrededor y nada me era conocido. Miré mis manos, que de pronto no parecían mías. Demasiado blancas y con los dedos alargados y huesudos. La Muerte me enviaba su primer aviso.
Sentí un espasmo. Mis huesos crujieron y empecé a crecer, o a estirarme, o a alargarme y a ocupar todo el hueco gris en el que me hallaba. Y la lluvia cesó. O empezó a llover dentro de mí. Serían lágrimas que me brotaban. Pero no estaba triste. Tampoco alegre. En realidad no sabía cómo me sentía. Era una sensación totalmente.
Quise gritar pero mi garganta no produjo sonido. Sin embargo me llegó un eco de otra parte. Risas, voces, palabras deshilvanadas que no entendí, palmadas y pies pateando el suelo. Como una estampida de elefantes corriendo hacia ninguna parte.
Quiero ser libre, gritó alguien.
Lee, respondió otro alguien.
Escribe lo que sientes, indicó una tercera voz.
Siente la vida, replicaron desde algún lugar incierto.
Intenté coser las palabras, los pocos hechos que recordaba. Pero mi vida se deshacía en los charcos que habían quedado de la lluvia de antes. Pretendí recogerlos con un colador pero todo se iba por los agujeros. Hasta que no quedó nada que recoger ni recordar.
La realidad es pura mentira, pensé. La Muerte sí es real.
Y entonces sonó un timbre. ¿Había puertas que abrir? ¿Era una llamada de teléfono? ¿Un whatsapp? Se me presentaron miles de caritas con diversas expresiones. ¿Estaba triste o feliz? ¿Serio o aburrido? ¿O simplemente despistado?
Una campana empezó a tañer a lo lejos. Y escuché música de violines. Y un piano también. ¿Música de muertos tal vez?
Busqué el mensaje oculto, pero las palabras ya no estaban, no servían para nada.
Algo me atenazó la garganta. Escupí. Era salado y amargo al mismo tiempo. Y un grito de socorro llenó el espacio, haciéndome pequeño.
Y la lluvia volvió a mojarme.
Estoy muy cansado. Necesito frenar esta absurda danza en mi cerebro. Todo es falso. Menos la lluvia.
Volví a mi habitación, me acosté y soñé que estaba soñando.





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