Me desperté con un rayo de
luz que traspasó la persiana y lo hice media hora antes de que
sonase la alarma. Pensé que podía ser un buen día, así que de
un salto me incorporé y me acerqué a la ventana para llenarme de
luz natural.
Me fue imposible, me pareció
extraño porque el día anterior funcionó a las mil maravillas,
pero tampoco le di mayor importancia a una simple contrariedad.
Yo estaba cargada de
positivismo y como el tiempo no me sobraba, dejé la persiana por
imposible y escribí en un pos-it que pegué en la nevera. “Llamar
al pianista” ¿Pianista? (Me reí al releer la nota. Cuando se
tiene prisa es fácil que uno se equivoque. Rectifiqué,
“per-sia-nis-ta”. Me fui a la ducha con la intención de
deshacerme de mis células muertas y por supuesto despejar. ¡Vaya si
despejé! Al abrir el grito me salió tal grito que estoy segura de
que me oyeron hasta en Pernambuco. Tampoco funcionaba el agua
caliente. Después de arreglarme me fui ya con prisas a prepararme el
desayuno. Un café, un zumo de naranja y una tostada que acompaño
con unas rodajas de tomate y una loncha de jamón, es algo que tengo
por costumbre desde hace años, siempre desayuno lo mismo. Esta vez
las rodajas de tomate me salieron un poco sangrientas… pueden
imaginarse por qué llevo esta tirita en el dedo indice. Ah por
cierto, la tostada me salió un tanto quemada.
Les puedo asegurar que yo a
pesar de todo, soy muy positiva, mucho… aunque en ésta ocasión la
sonrisa me iba desapareciéndo gradualmente.
A todo esto, la nevera se
estaba llenando de pos-it . “Llamar al fontanero, comprar agua
oxigenada, llamar al electricista, comprar una nueva tostadora…”
Lo del garaje también tiene
lo suyo… Después de varios intentos de arrancar el coche, desistí.
Miré por todas partes, y allí, ante mis ojos estaba la avería. Le
había dejado las luces puestas toda la noche. Claro, batería
descargada. Entonces busqué mi móvil por el bolso de mano, por los
bolsillos de los vaqueros. ¿Nunca les ha pasado que han dejado el
móvil cargando y se han olvidado de recogerlo? Pues ala de nuevo a
entrar en casa, colocar otro pos-it en la nevera, “Llamar al
mecánico” . Y ya sí, no me quedó otra que llamar a un taxi.
Sabía que hoy era un día importante, Pensé en ustedes, en los
bocetos publicitarios… ¡Dios mío los bocetos! Para entonces ya
estaba colocada en el asiento de atrás del taxi. El taxista muy
amable me esperó mientras yo me fui en busca de mi proyecto por la
casa. ¿Dónde lo había dejado?... Juro que ya me estaba poniendo
nerviosa de verdad, porque esos bocetos no eran lo mismo que cuando
te olvidas un paraguas en una cafetería y sólo te acuerdas de él
cuando vuelve a llover. Estos bocetos me los tomo muy en serio, de
verdad. Son muy importantes para mí y sé que para la empresa
también. Pero ya ven que los encontré. De pronto me vino el
recuerdo de que los había dejado en el asiento trasero de mi auto.
Ya con todo, incluida mi cabeza sobre los hombros… Le dije al
taxista que por favor me trajese lo más rápido posible. ¡Un atasco
de órdago señores! ¿Cómo me iba a imaginar que a las 10 de la
mañana se iba a formar tal tapón en plena ciudad? Durante ese
tiempo mi teléfono no dejó de sonar, o de vibrar, es cierto, pero
casualmente lo tenía en silencio. Sólo me percaté de ello cuando
yo misma me dispuse a llamar para comunicarles que estaba de camino.
Todo ha ocurrido por culpa de
una serie de catastróficas casualidades, como ya saben… Les
aseguro que casi me da un ataque de ansiedad, pero me calmé
practicando la respiración. (Para algo me han servido éstas clases
de yoga a las que asisto todos los sábados por la mañana desde hace
seis meses.)
Sólo me retrasé diez
minutos, gracias a que fui valiente. ¿Se preguntaran que por qué
valiente? Verán; al primer motorista que me percaté de que pasaría
por mi lado de la puerta del taxi lo obligué a parar. No era nada
fácil y por el contrario si no lo hacía con precisión podía
resultar incluso bastante peligroso. Así que le eché narices y con
la suficiente antelación para que no ocurriese ningún accidente,
abrí la puerta de mi lado. El piloto no tuvo más remedio que parar
su moto a mi lado. No sé cómo tuve la cara de hacerlo, pero lo
hice. Me subí a la moto y en un pis pas estaba entrando en el
edificio de éstas oficinas. Sé que es difícil creer toda ésta
historia y más si les digo que todo lo sucedido me había pasado con
anterioridad, bueno, mientras dormía, osea he tenido lo que suelen
llamar una premonición, algo en lo que nunca he creído. Todo lo de
mi sueño se ha llegado a cumplir, aunque queda algo positivo que
ocurrirá en días venideros y que de ustedes depende que se cumpla
todo el sueño. En mi sueño Ustedes aprueban mi proyecto y lo
siguiente es que tienen un éxito de ventas inimaginable.
Créanme. Les ruego que me
crean. No es ninguna excusa. Éste proyecto me lo he tomando muy en
serio, tanto que llevo un mes sin dormir. Anoche sí me dormí,
supongo que rendida después de tantas noches con los ojos como
platos. Todo lo que acabo de relatarles es cierto. A veces cuando se
tienen preocupaciones en el sueño se resuelve todo. Tienen que
creerme cuando les digo que anoche me acosté y soñé que estaba
soñando…
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