Anhelos de un mendigo - Borja Martínez

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Me acosté y soñé que estaba soñando, me dormí en mi cama matrimonial con un pijama de seda donche y ganaba, me tapaba con sábanas suaves, apoyé mi cabeza en una almohada de plumas. No estaba solo porque a mi vera estaba mi hermosa mujer. Morena de ojos marrones y pelo rizado, ella se recostaba todas las noches en mi torso acariciándome con sus manos suaves y una voz susurrante y dulce me decía buenas noches mi amor te quiero.
Pasada la noche, cuando asomaba los primeros rayos de sol por los ventanales de mi casa sobaba al unísono el despertador con mi play lists de canciones para animarme el día, le doy un beso a mi hermosa mujer y me meto en la ducha para despertar y quitarme las lagañas de los ojos, en la ducha tengo los jabones más caros y con diferente olores y un champo especial para la caída del pelo. Abro la ducha y sale el agua caliente que cubre todo mi cuerpo, me desperezo igual que un gato. Cierro el chorro de agua y me cubro con un albornoz suave y cálido que me hace sentirme igual que si flotara entre las nubes, mis pies no están descalzos si no van caminando en cómodas zapatillas. Cuando abro el armario me pongo mi desodorante favorito, me afeito y me hecho mi loción. Entro en la habitación otra vez mi mujer ya no está , seguramente que me está preparando el desayuno, abro mi vestidor con miles de trajes y zapatos de los últimos diseñadores de moda .
Cuando bajo al comedor tengo preparado un suculento desayuno y al lado el periódico con las ultimas noticias de la bolsa, mientras lo leo y me como una tostada recubierta con una riquísima mermelada, hacia los orificios de la nariz se asuma un olor a café que despierta todos mis sentidos. Unos brazos me sorprenden por la espalda acurrucándome la cara sobre unos pechos blanditos y unos labios dulces como la miel me besan. Es mi amada mujer dándome los buenos días. En mis oídos resuenan la voz de dos chiquillos gritando buenos días papá nos vamos al colegio.
Dándole un beso película me despido de mi mujer y montándome en mi deportivo ruge el motor que me llevara a mi trabajo. Todo el mundo me saluda diciendo buenos días jefe y yo con educación les devuelvo el saludo. Trabajo en un bonito despacho con grandes ventanales, me siento en mi sillón, suena el teléfono y una secretaria me pasa las llamadas. Cierro los ojos y me siento bien, soy feliz tengo una hermosa mujer y niños que alegran mi vida, una casa donde vivir y deportivo de antojo, soy dueño mi propia empresa un hombre de negocios afortunado.
Estando en plena felicidad y relax con los ojos cerrados algo me está pinchando en el costado y abriendo los ojos lentamente todo se desvanece igual que la niebla, ya no tengo ni mujer ni hijos, ni trabajo ni coche. No me levanto en una cama si no en el suelo cubierto de cartones y apoyado en una vieja y sucia chaqueta, mi desayuno no es suculento si no una lata pasada de fecha, no tengo buenos días si no sucias voces groseras que me insultan. Mi trabajo no es una empresa si no en las aceras pidiendo para poder comprarme un tetrabrik de vino. Desesperado no sé cómo he perdido todo eso, solo recuerdo una frase que leí en un viejo libro tirado en la calle. Lo escribía un tan Calderón de la barca y el titulo la vida en sueño, que decía los sueños sueños son.






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