Llego
el día de Navidad, la familia Martínez estaba preparando la comida
para disfrutar con toda la familia. Los niños estaban ilusionados
buscando sus regalos que Santa Claus les había dejado. Cuando
llego el momento de la comida y los demás miembros de
la familia fueron llegando y sentándose feliz para disfrutar de
suculento manjar que les habían preparado en una esquina del árbol
apareció un extraño paquete. Todos sorprendidos y extrañados se
quedaron mirando unos a otros. Todos los niños ya tendían sus
juguetes, padres, abuelos y demás familiares habían recibido una
sorpresa para que nadie se sintiera mal o despreciado. Anciano de la
familia que era el más avispado posiblemente por la experiencia de
la vida vislumbró
un sobre encima del papel dorado que envolvía al extraño presente.
Se levantó, caminó
hacia el árbol, cogió el sobre y empezó a leer la nota que decía
lo siguiente: “Este regalo es para los que se sientan mal con su
apariencia, en el interior hay un corsé mágico antiguo, creado por
un alquimista del antiguo oriente obsesionado con la belleza
exterior, olvidándose de lo más importante del ser humano el
corazón. El que lo posea tendrá de ser bella para siempre. El único
inconveniente que tiene es no puede mirarse al espejo porque
descubrirá su verdadero yo y le pasara como al trágico suceso final
del creador, que volviéndose loco por ver cómo era realmente su
corazón se suicidó precipitándose por un acantilado. FELIZ NAVIDAD
A TODOS”. El anciano abuelo cogió la caja y sin pronunciar palabra
salió de la casa con el obsequio en mano, abrió
el contenedor y lo tiró
para que nadie más pudiese subir por el maldito objeto del
alquimista. Al mismo tiempo que lo depositaba en el interior del
contenedor pensaba; este mundo esta tan ciego de por sí que no
necesitamos ningún objeto que no tape los ojos hacia la belleza
interior de la persona.
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