Evitando
la contaminación nos mudamos a las afueras. A un
barrio de nueva
construcción.
Acabados
de lujo, piscina en las urbanizaciones, grifería de diseño, cocinas
de última generación, domótica instalada de serie en los
electrodomésticos. Y hasta hilo musical al abrir la puerta del baño.
Todo
confort.
Pero
ojito con ponerse enfermo. No hay una farmacia a kilómetros.
A
la hora de encontrar un medicamento,
ya sea una simple aspirina o una caja de tiritas, hay que recurrir a
nuevos métodos.
Con
la excusa de hacer ejercicio y no cargar sus cansados pulmones de más
sustancias nocivas, abuelos ociosos recorren el barrio, practicando
el estraperlo farmacéutico para compensar sus menguadas pensiones.
Y
es que respirar el aire del campo sienta muy bien a todo el mundo.
Deberían recetarlo.
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