Decididamente
me estaba metiendo en un buen lío. Mi querida jefa no había
recibido ninguna llamada avisándola de la suspensión de las
operaciones, con lo cual creería que el doctor alemán acudiría a
su cita. Cuando ella se percatara de que él no iba a acudir, se
pondrían en contacto y.....tal vez se daría cuenta de que la que
había recibido la llamada había sido o yo. Tal vez no, y yo
estuviera imaginando de más. De todas maneras, a aquellas alturas,
no me quedaba más remedio que seguir. Por eso me presenté aquella
tarde en la clínica. Por las tardes había mucho menos movimiento
que por las mañanas, así que no me resultó fácil colarme sin que
se diera cuenta la chica del turno de tarde, pues me conocía y no me
apetecía inventarme explicaciones. Finalmente pude entrar y por puro
instinto, pues no sabía dónde se iban a llevar a cabo las
consabidas operaciones, bajé al sótano. Probé a abrir la puerta
que se me había resistido la primera vez. Esta vez se abrió y pude
comprobar que estaba en lo cierto. No era, ni más ni menos, que un
quirófano. Aquel parecía mi día de suerte. Me escondí detrás de
una columna, en la penumbra y me dispuse a esperar. Al cabo de media
hora comenzó la "fiesta". Gente que supuse sería personal
sanitario, entraba y salía del quirófano preparando todo para la
operación que no iba a realizarse. La doctora Solano también andaba
por allí dando órdenes. Escuché el sonido del ascensor, asomé la
cabeza y pude ver que bajaban a un paciente en su cama y lo
introducían en el quirófano. Pero el tiempo iba pasando y el doctor
Zimmerman no aparecía. Las voces que oía empezaron a denotar
nerviosismo. Vi que mi jefa subía escaleras arriba. Tardo unos
minutos en bajar con la esperada noticia.
-Muchachos,
anulen todo, no va a haber intervención.
Murmullos.
-¡Atención!
¿Alguien ha contestado esta mañana una llamada de Zimmerman?
Se
hizo el silencio, nadie contestó.
-Han
avisado esta mañana de que no podría acudir. ¿Quién cogió el
teléfono?
Nuevamente
silencio.
-Esta
bien, me parece que sé quien ha sido. Hagan el favor de recoger todo
y devuelvan al enfermo a su habitación.
¿Sabía
quien había sido? ¿Estaría pensando en mí? Tal vez, pero yo
siempre podría negarlo. Salvo que me pillaran "in fraganti"
como por desgracia ocurrió. Me mantuve escondida durante un tiempo
más, hasta que vi que todos se marchaban. Entonces salí de mi
escondite y me dirigí a las escaleras, hasta que una voz a mis
espaldas me paralizó.
-¿A
dónde te crees que vas, Rocío?
Mi
corazón se aceleró y en un segundo un torbellino de ideas poblaron
mi cabeza. Me di la vuelta despacio. Allí estaba ella, tan digna y
estirada como siempre, con aquellos ojos gélidos que parecían
escudriñar mi mente.
-¿Qué
coño estabas haciendo aquí?
Di
por perdido mi empleo y decidí "echarle huevos" al asunto.
-Yo
fui quien recibió la llamada del doctor alemán y sentí curiosidad
por saber qué tipo de operación se iba a realizar aquí. Me parece
sumamente extraño que en un psiquiátrico se realicen intervenciones
quirúrgicas.
-Vaya,
vaya, ¿me estás desafiando?
-Si
considera que querer saber qué mierda está pasando en este
sanatorio, entonces sí, la estoy desafiando.
-Eres
muy estúpida. Quedas despedida.
-Eso
ya me lo imaginaba, pero no me iré sin que me dé una respuesta.
-¿Y
por qué había de hacer yo eso?
-Porque
sé más de lo que usted se cree. Sé que manda internar en esta
hospital a gente que está sana. Sé que les hace algo para que se
vuelvan....no se, imbéciles. Yo misma los he visto con mis propios
ojos, en la tercera planta. Gente que está ida, con la mirada
perdida.
Enrojeció
de la ira.
-Tenías
prohibido....
-Ya
lo sé, ya sé que se me impusieron muchas prohibiciones, pero fue
eso precisamente lo que me impulsó a averiguar por qué aquí pasan
cosas extrañas. El otro día entré en ese cuarto - lo señalé - y
vi un montón de frascos de cristal con trocitos de cerebro dentro.
Es eso lo que hacen con esos pacientes ¿verdad? Les sacan trozos de
cerebro y los dejan bobos.
Por
la expresión de su cara supe que había dado en el clavo. Aunque
también me imaginé que ella no se iba a dar por vencida.
-Tienes
razón. Me parece que te he subestimado. No, no eres estúpida. Eres
muy lista, y eso va a ser tu perdición. ¿Quieres saber toda la
verdad de lo que pasa aquí? Pues yo te la voy a contar. Te aseguro
que no te va a gustar, no te va a gustar nada, pero tú lo has
querido. Verás Rocío, los médicos que trabajamos aquí
pertenecemos a una organización llamémosla......oscura. Nuestro
último fin es conseguir dominar el mundo. No pongas esa cara. Esto
no es una película, aunque lo parezca. Estamos repartidos por todos
los países, funcionamos desde hace muchísimos años, estudiando y
buscando procedimientos que nos lleven a derrocar a todos los
gobiernos conocidos, para así hacernos con el control del mundo.
-Está
completamente loca.- le dije sinceramente.
Ella
ignoró mi comentario y prosiguió con su delirio.
-En
nuestro camino hacia esa pretendida dominación hemos llegado a la
conclusión de que el pueblo, por lo menos una gran parte de él
tiene que estar a nuestro lado. Al principio intentamos convencerlos
con palabras, con razonamientos, tanteándolos, pero no obtuvimos los
resultados deseados. Entonces llegó a nuestra organización el
doctor Zimmerman, un genio de la medicina y de la investigación
cerebral. El fue el que llegó a la conclusión de que lo primero que
debíamos hacer era anular la capacidad de amar.
Hizo
una pausa en su pasional discurso y me miró.
-¿Sabes
porqué Rocío?
-No,
no lo sé.
-Pues
es muy fácil la respuesta. ¿Qué es lo que mueve el mundo? ¿Cual
es esa fuerza misteriosa que rige los destinos de los hombres por
mucho que se empeñen en lo contrario? El amor, Rocío, el amor. Sólo
quien siente amor, es capaz de sentir compasión, pena, ternura,
empatía....incluso el odio proviene del amor. Si se anula la
capacidaz de amar, se anula la capacidad de sentir y el ser humano se
ve sumido en la indiferencia más absoluta.
Escuchando
sus palabras recordé a Isabel. Ella me había dicho que le daba
igual el estado de su marido. Ahí estaba la indiferencia que
buscaban.
-El
doctor Zimmerman - prosiguió - después de muchos años investigando
logró aislar la parte del cerebro donde se genera la capacidad de
amar. Simplemente había que extirpar ese pequeño pedazo de seso.
Eso es lo que estamos haciendo, y te aseguro que con mucho éxito. Te
sorprenderá saber que hay individuos que carecen de capacidad para
sentir amor. De hecho operamos alguno que en ese lugar del cerebro
tenía una hendidura hueca. ¡Qué cosas! ¿Verdad? Ahora solo nos
falta estimular el área cerebral precisa para que estos pobres
imbéciles obedezcan nuestras órdenes sin mostrar la más mínima
oposición. El área ya está predeterminada. Estamos estudiando el
método preciso de estimulación. Pronto daremos con el apropiado.
Entonces el mundo, será nuestro.
-Está
usted completamente loca. Además no sé por qué me ha contado esto
así, sin molestarse en negar mis acusaciones, sin defenderse.
-¿Qué
te crees? ¿qué te tengo miedo?
-Puedo
ir a la policía y contárselo todo.
-Claro,
puedes probar a ver si te creen.
-Los
traeré aquí y verán con sus propios ojos las pruebas.
-Pero
que tonta eres a veces. La mitad del cuerpo de policía es de los
nuestros. Pero si no me crees, ve a contárselo y compruébalo tú
misma.
De
repente todo aquello me pareció una película surrealista de la que
yo no quería ser protagonista. Tuve miedo, por primera vez tuve
realmente miedo.
-¡Sean!
- gritó la mujer - Sean es uno de mis colaboradores. Te llevará a
un habitación ahora mismo.
El
miedo se transformó en pánico y mi instinto de supervivencia
afloró. Di media vuelta y corrí escaleras arriba. Ella no se movió,
simplemente se limitó a echarse a reir a carcajadas.
-Vete,
corre, escápate. Tarde o temprano te capturaremos. Tú también
formarás parte de nuestra causa.
-Métete
en el sótano. Allí no te encontrarán aunque se les diera por venir
aquí y registrar toda la casa. Yo te cuidaré.
Así
lo hice, me bajé para este sótano húmedo y frío donde llevo
viviendo más de una semana. Por más que lo pienso no sé qué voy a
hacer. Si salgo de aquí me atraparán en seguida y no puedo
permitirlo. Tengo que parar esa locura que tienen entre manos.
Alguien tiene que ayudarme, pero no sé a quién voy a acudir. Para
colmo, hace dos días que mi hermano no aparece por aquí. Tampoco
escucho ruídos por la casa. Tengo miedo de que lo hayan cogido.
Estoy empezando a desesperarme.
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario