Noto
mejoría en mis piernas y alivio en mi columna, este parón alarmista
me está viniendo de perlas para recuperarme de mis males del
andamio. Manos limpias, mi ropa pulcra, consigue que me venga arriba
y encuentre positivo este encierro, si bien el ERTE por confinamiento
no ayudará a pagar el alquiler de la furgoneta ni del piso. No todo
puede ser bueno, ¡qué le vamos a hacer!
Son
las once y diez, hora de sacar a Chuly, mi galgo de tres años,
necesita moverse para aliviar sus intestinos y de paso soltar lastre
líquido por las aceras, ahora vacías y sucias por culpa de a saber
quién. Me agacho bolsa en mano para recoger su regalo al mundo y
justo en ese momento cual platillo volador, una sartén
pasa rozando mi testa, cayendo ruidosamente sobre un coche cercano.
Se oye discutir en una vivienda, el cabreo
parece monumental, así que rápidamente finalizo mi paseo,
no sea que me lluevan más.
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