De la serie "Relatos sobre una cuarentena"
Tercera
semana de confinamiento. Dejo grabado este mensaje a espera de que
ocurra un milagro y deje de crecer la imaginación. La primera semana
la llevábamos bien, incluso hacíamos bromas a costa del papel
higiénico. Entrenábamos al fútbol, que es bueno hacer deporte,
por la tarde jugábamos a ver quien adivinaba películas y usamos los
rollos para describir todas las películas que llevasen por título
algo de la momia. La segunda semana seguimos utilizando la
imaginación y después de que el presidente saliese a la rueda de
prensa para decirnos que debíamos estar dos semanas más encerrados,
alguno se lo ha tomado a mal y da igual que el psicólogo le permita
hablar con la pared aunque no le conteste. Yo opté por jugar con un
utensilio de cocina, cada día es una cosa diferente. Un día jugué
al tenis e hice un mate precioso a mi querida cuñada, la
mete-mierda, que ni Nadal lo haría jamás. Otro día pertenecía a
una banda de rock y yo tocaba la guitarra, simulé una descarga
eléctrica y le pasé el instrumento a mi suegra. Hoy no veo a nadie
por mi casa, sólo queda mi marido que normalmente anda paseando
pasillo adelante, pasillo atrás, pero como hoy la sartén era una
mina antipersonas, lo mismo lo he volado, no sé, pero no me mola
estar sola, el perro anda escondido y yo tengo un cabreo
impresionante, porque pretendía probar con mi perro el ovni que se
me ha ocurrido. Bueno dejo de grabar. Si no me encuentra nadie es
porque la nave espacial donde estoy en cuarentena se ha desintegrado.
Fin del mensaje.
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