De la serie "Relatos sobre una cuarentena"
Querido
Martin, esta tarde como cada día de los últimos 27, he estado
aplaudiendo en la terraza con los vecinos, no nos puedes oír porque
estas encerrado lejos de aquí, pero ese sonido nos saca del
confinamiento y nos une a los que tenemos más cerca aunque sean
desconocidos.
En
esta ocasión iba preparada con tierra
y tijeras para
podar los geranios que con tanto mimo plantaste hace un año y ahora
florecen. Ellos no entienden de libertades más allá de su tiesto,
sino del frío o calor que el cielo les brinda. Pensaba podar y
rellenar el de color naranja que tanto te recordaba a nuestras
puestas de sol en Mijas, pero después de los aplausos nuestro vecino
Chema ha tocado una triste balada con su trompeta.
Él que es tan animoso y nos deleita con Paquito el Chocolatero o
Resistiré, ha conseguido provocar lágrimas al vecindario, lo sé
porque he visto enjugarse los ojos a todos, y es que sabes, su
abuelo ha muerto en el hospital, en la UCI para más señas, y estoy
convencida que su música habrá llegado al buen hombre, un poco
huraño a veces, pero de buen corazón y francamente no merecía
morirse solo.
No
como tú que me tuviste pegadita durante todo el trance y no parabas
de decirme, Merche, cuando salga volvemos a Mijas. Aquí estoy,
esperándote, para irnos juntitos.
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