Silencio se juega - Marga Pérez


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De la serie "Relatos sobre una cuarentena"


Entre escobas, zapatos y productos de limpieza, Esther respira de forma acompasada. Está a oscuras, sentada en el suelo, en silencio, en el trastero de debajo de la escalera. Es el primer momento de soledad que consigue desde que se decretó el estado de alerta, hace ya tres semanas. Desde entonces está encerrada en la sala con su madre octogenaria sin pisar a penas otras dependencias del caserón familiar.
Desde el primer momento trató de mantener activa a su madre con diversas actividades, que si bien animaban el encierro, limitaban su intimidad.
Cuando, sorpresivamente, su madre le dijo que quería jugar al escondite, no supo reaccionar como adulta. Echó a correr en busca de un sitio donde meterse mientras su madre contaba en alto frente al ventanal.
Entre escobas, productos de limpieza y zapatos, Esther disfruta del silencio, a oscuras. Rellena vacíos, miedos, dudas, nervios, angustias… de oscuridad y silencio. Sola consigo misma. No tiene prisa porque la encuentre. Pasa el tiempo. Allí escondida está a gusto. No se oye nada. Está disfrutando del silencio. Piensa que quizás la madre necesitaba también de un tiempo a solas, que por éso demora la búsqueda… Esther no sabe cuanto hace que está confinada, ha perdido la noción del tiempo . Todo sigue en calma, a oscuras. Empieza a preocuparse. Sigilosa sale hacia la sala . Su madre, frente al ventanal, musitando algo entre dientes, sigue mirando sin poder fijar la vista. Alguna neurona de su cerebro decidió echar el cierre. Esther no olvidará el encierro.





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