¿El silencio habla? - Dori Terán


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 De la serie "Relatos sobre una cuarentena"

Siempre le había resultado imposible no contestar a lo que entre ellos dos o entre varios se estuviese dialogando. ¿Dialogando?...aquellas tertulias se parecían más a debates para presumir de ego poderoso que de escucha atenta, respetuosa y pedagógica.
Se oían pero no se escuchaban. Había una predisposición tácita e inconsciente a recoger cualquier palabra, cualquier idea, para rebatirlas. Argumentos de todo tipo, lógicos, científicos, históricos, filosóficos o simplemente personales.
Eran gentes cultas, o más bien gentes enamoradas de la belleza de la cultura. Huían de los ambientes ruidosos que aturullaban la mente rompiendo la armonía de los sonidos suaves y quedos. Amaban la naturaleza llena de trinos y rumores melódicos, de sones misteriosos y francos tanto como amaban las creaciones musicales de tantas clases de vibración. Lo mismo la sexta sinfonía de Beethoven que las Lágrimas Negras de El Cigala. Disfrutaban del arte plasmado en museos y galerías pictóricas, exposiciones de esculturas, muestras de colecciones y muchas manifestaciones más eruditas. Eran gente de bien.
Javier vivía una auténtica batalla cada noche para conciliar el sueño. Su mente giraba, daba vueltas, volvía al punto de partida, imaginaba, argumentaba…. Cualquier cuestión o situación le era válida. Y ahora, ¡cómo no!, ¡ tremenda era la situación!. Este dichoso virus, muertes, confinamiento, hundimiento de la economía mundial, discordias entre humanos… De día todos los medios promocionando la angustia, Facebook, whatsapp, televisión y todo lo que se mueve y respira. De noche sin un botón rojo que pueda apagar la mente y entregarla al sueño reparador.
Hoy era domingo y se había quedado en su salón con la intención de ver una película que enganchase su interés y lo liberase, al menos por el tiempo de proyección, de esta angustia interna que se había apoderado de su vida. Y le llegó, le llegó mucho más de lo que esperaba. La actriz protagonista, en la escena final, pedía perdón a su esposo con este discurso: -“Nunca he cultivado el silencio interno ni el conocimiento del poder de las palabras. Tú me has demostrado que la energía de amar se crea a través de esas palabras pensadas y conscientes que nacen y se expresan en acciones firmes y serenas, generosas y calladas”
Aún no ha logrado Javier el silencio y la paz. Sigue tratando de entender cómo el silencio habla. 





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