De la serie "Relatos sobre una cuarentena"
Siempre le había resultado imposible no contestar a lo que
entre ellos dos o entre
varios se estuviese dialogando. ¿Dialogando?...aquellas
tertulias se parecían más a debates para presumir de ego poderoso
que de escucha atenta, respetuosa y pedagógica.
Se
oían pero no se escuchaban. Había una predisposición tácita e
inconsciente a recoger cualquier palabra, cualquier idea, para
rebatirlas.
Argumentos de todo tipo,
lógicos, científicos, históricos, filosóficos o simplemente
personales.
Eran gentes cultas, o más
bien gentes enamoradas de la belleza de la cultura.
Huían de los ambientes ruidosos que aturullaban la
mente rompiendo la armonía de los sonidos suaves y quedos.
Amaban la naturaleza llena de trinos y rumores melódicos, de
sones misteriosos y francos tanto como amaban las creaciones
musicales de tantas clases de vibración.
Lo mismo la sexta sinfonía de Beethoven que las Lágrimas Negras
de El Cigala.
Disfrutaban del arte plasmado en museos y galerías
pictóricas, exposiciones de esculturas, muestras de colecciones y
muchas manifestaciones más eruditas.
Eran gente de bien.
Javier
vivía una auténtica batalla cada noche para conciliar el sueño.
Su mente giraba, daba vueltas, volvía al punto de partida,
imaginaba, argumentaba….
Cualquier cuestión o situación le era válida. Y ahora, ¡cómo
no!, ¡ tremenda era la situación!. Este dichoso virus, muertes,
confinamiento, hundimiento de la economía mundial, discordias entre
humanos…
De día todos los medios promocionando la
angustia, Facebook, whatsapp, televisión y todo lo que se mueve y
respira.
De noche sin un botón rojo que pueda apagar la mente y
entregarla al sueño reparador.
Hoy
era domingo y se había quedado en su salón con la intención de ver
una película que enganchase su interés y lo liberase, al menos por
el tiempo de proyección, de esta angustia interna que se había
apoderado de su vida.
Y le llegó, le llegó
mucho más de lo que esperaba.
La actriz protagonista, en la escena final, pedía perdón a su
esposo con este discurso:
-“Nunca he cultivado el silencio interno ni el conocimiento del
poder de las palabras. Tú me has demostrado que la energía de amar
se crea a través de esas palabras pensadas y conscientes que nacen
y se expresan en acciones firmes y serenas, generosas y calladas”
Aún
no ha logrado Javier el silencio y la paz. Sigue tratando de entender
cómo el silencio habla.
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