Mi bandera ¡No! - Marian Muñoz


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 De la serie "Relatos sobre una cuarentena"


Fuertes golpes en la puerta me despertaron, apresurándome a abrirla pues con tanta insistencia casi la tiran abajo. Cuatro seres ¿humanos? Entraron en casa a la carrera, mientras uno me cogía de los brazos y sentaba en el salón, otros tres recorrían la casa, sobre todo la cocina, como en busca de algo.
Vestidos con epis negros, mascarillas con filtros laterales, gafas y guantes brillantes, también negros, malamente entendía lo que decían. Dudé si serían de Gordor o de Autrigón, porque de humanos tenían bien poco. Tras minutos, para mi eternos, de incertidumbre, uno de ellos se quita la máscara y me pregunta desde la cocina que quien soy yo, de que planeta me he caído o si es que estoy chiflada. Desconcertada le miro desafiante, bajo ese mono horrible adivino una forma de hombre, con un miembro viril encajado a la derecha. Sus gritos me sacan de la contemplación pero me apabullan y soy incapaz de responder a tanta pregunta: ¿Por qué no ha salido a la calle si ya no hay estado de alarma? ¿Por qué en su casa sólo hay un paquete de papel higiénico? ¿Cómo es que en los armarios no hay harina, levadura, cervezas o patatas fritas? ¿Cómo es posible que se alimente de verduras, frutas, yogures y alcachofas? ¿De dónde ha salido usted? ¡Confiese!
A través del cristal de la ventana miro al exterior de casa, cientos de luces titilantes alumbran el cobertizo, viendo como otro ser igual que ellos retira del tejado mi bandera azul de Asturias. No soporto ese dolor y gritando les respondo: ¡Estoy in love con esta casa! Me gusta leer, escribir, escuchar música y limpiar. Soy healthy foody, estreñida y no me interesa lo más mínimo la charlatanería barata de televisiones afines al gobierno, me entero de todo por la radio y no me interesa salir de mi encierro, porque para ver seres barrigones retozar por los prados ávidos de sensaciones físicas, prefiero mil veces el confinamiento. Un segundo después de mi respuesta me disparan con una pistola taser creyéndome morir.
Me incorporo en la cama, sudorosa y agitada, miro a mi alrededor comprobando que a mi lado Toño sigue durmiendo apaciblemente. Aliviada intento respirar más despacio sintiendo que mi corazón desbocado se va calmando. Me levanto en silencio y alumbrada por la luz de la luna, empiezo a escribir en la mesa de la cocina la lista de la compra: 4 paquetes de papel higiénico, 5 packs de cerveza, 3 bolsas de patatas fritas, 4 kilos de harina de fuerza, 6 cajas de levadura, aceitunas y mucho, mucho chocolate. Voy hasta el salón y pongo la televisión sin sonido, busco un canal de noticias y lo dejo puesto. Empiezo a discurrir que ropa me voy a poner mañana para salir a la calle, que peinado voy a hacerme y que mascarilla luciré, creo que lo tengo todo previsto. Más relajada miro hacia fuera vislumbrando el tejado del cobertizo, la bandera asturiana sigue puesta y sonrío, todo irá bien.








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