Mirad chicas, ya sé que no es así, que debería cumplir con vosotras escribiendo los relatos que acordamos, pero qué queréis que os diga, estoy harta de tanto confinamiento, de tanta humedad, de tanto frío, de levantarme bajo una capa de nubes grises y bajas, de no poder comer en una terraza porque llueve o porque hace viento, de ahorrar. Nunca en la vida había ahorrado tanto y me di cuenta de lo mucho que se gasta saliendo. Pero lo que se disfruta qué. Eso no tiene precio. Una cerveza en una terraza, una comida con familia o amigos, un café a media mañana o a media tarde en compañía e incluso en soledad. Además están los estragos que ha hecho la pandemia en el sector hostelero. Así que una voz en mi cabeza comenzó a decirme con insistencia “vamos lárgate, vete en busca del sol, del verano anticipado, y gasta, gasta en alojamiento, en comidas, en cervezas a media tarde, en cenas, cómprate ropa nueva, gafas de sol, toallas para la playa… ¡Ayuda a los demás! ¡Ayuda! No os podéis imaginar chicas, lo que es luchar contra la voz de tu propia conciencia. De verdad que resulta agotador. Así que lo siento, chicas, pero durante un mes dejaré de mandaros mis relatos, porque hay que sacar a la gente de las colas del paro, hay que consumir, sin desmesura claro está, que tampoco es ponerse a gastar sin ton ni son, pero si gastar todo o una parte de ese dinero ahorrado para que los demás sobrevivan. En fin, pues todo eso, que entre escribir los relatos o ayudar a los demás, me quedo con lo último, así que sintiéndolo mucho ( expresión de cortesía, porque la verdad es que no lo siento nada) yo me piro.
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