Señales- Esperanza Tirado






No parece dormir allí. Las calles respiran cansadas después de días enteros de pies yendo y viniendo. Pero nadie duerme. Y las luces siguen encendidas de día y de noche. Desde el cielo, muy a lo lejos, se ven titilando, como pidiendo ayuda. O mandando una señal. Desde ese lejano otro lado hace tiempo que la han visto. Aún no entienden su significado. Por eso esperan. 


Basado en la canción Manhattan de Enrique Morente y Lagartija Nick






El poder de la música - Marian Muñoz




Purita iba feliz por la calle, su nieto pequeño le había dejado unos cascos con los que escuchaba música grabada en un pequeño reproductor guardado en el bolso, iba feliz oyendo sus canciones favoritas de adolescencia y juventud, iba casi flotando, no sentía su cuerpo setentón, al contrario, su espíritu era el de una muchacha de veinte. Con su bienestar llegó al supermercado de siempre donde hubo de quitarse los cascos para escuchar a Juan el del fiambre y a Tomás el pescadero, si bien sus oídos estaban libres, la música seguía sonando en su cuello y sobre todo en su cabeza.

Apenas compró cuatro cosas y fue directa a caja. Era bastante temprano, habiendo solo clientas madrugadoras de toda la vida. Le tocó Sonia aquel día, la conocía de mucho tiempo, siempre con una palabra amable y una sonrisa, como de costumbre pasó los productos por el escáner y mientras Purita sacaba el dinero del monedero le colocó la compra en su bolsa. Finalmente salió el tique y se despidieron.

Mientras cogía la bolsa echó un vistazo rápido a los papeles que acababan de salir de la máquina, pegando un grito de sorpresa e indignación. Todos la miraron, como si estuviera poseída se quejaba de los tiques descuento que el súper le ofrecía: pastillas para limpiar dentaduras postizas y tinte para colorear las canas.

Con una energía impropia de su edad, empezó a protestar de la injerencia de algunas compañías en vidas ajenas, a santo de qué le ofrecían pastillas para dientes postizos si conservaba perfectamente los suyos, por no hablar de las canas, ni siquiera su difunto Carmelo osó nunca decirle cómo debía cortar su cabello o que color usar, ¡eso era ya el colmo! Ante aquel desmadre momentáneo se unió otra usuaria comentando que al comprar una colonia para su sobrino, días más tarde salieron descuentos para cuchillas de afeitar y condones. Otra más que por haber cogido una colonia de bebé que le gustaba mucho le propusieron descuento en pañales y potitos cuando no podía tener hijos.

La cajera sobrepasada por aquella protesta llamó inmediatamente a la supervisora, quien tras comprobar que más vecinas entraban de la calle fisgando lo que pasaba y uniéndose a la protesta, optó por llamar a la policía a pesar de que la mayoría pasaban de los sesenta. Cuando llegaron los municipales intentando calmar ánimos, no tuvieron más remedio que dar la razón a las alborotadoras y conminar a la supervisora que pidiera al equipo informático cambiar el sistema de descuentos.

Después de aquel desahogo Purita volvió feliz y contenta a casa con la compra y con la sensación de haber librado una pequeña batalla como cuando era joven y corría en las manifestaciones contra el gobierno. ¡Que nadie dude del poder de la música!