El prohibitivo tratamiento de mi nieto fue un duro golpe para la familia. Oramos a nuestras deidades, hicimos ofrendas a nuestros antepasados, pedimos a nuestros vecinos, tan pobres como nosotros, esperando el milagro. Ni endeudándonos durante las siguientes tres generaciones podríamos pagar todo lo que hizo por nosotros el equipo médico que vino del otro lado del mar.

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