Por fin Jaime accedía a quedarse un día solo. Hacíamos la marcha en dirección al pueblo vecino pero alguien tuvo la feliz idea de cambiar el sentido y dirigirnos a la colina del Moro. Las mejores vistas de la zona.
! Y tanto! Desde allí, con mis magníficos prismáticos regalo de Jaime, observé a mi esposo, con su mejor amigo, en la orilla del río, besándose. Imposible negar de que se trataba.
Tire los prismáticos que se hicieron cachos, mi marido también se me hizo cachos, yo me hice cachos muy pequeñitos.
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