Mi pequeña libélula - Cristina Muñiz Martín

                                       





 
Al amanecer, abrí la ventana para aspirar el aire fresco de la madrugada y el aroma de las rosas que adornaban mi ventana. En el jardín, las caléndulas comenzaban su exhibición diaria, aportando una nota de calidez con sus tonos anaranjados. Volví a la cama, disfrutando de esa olvidada calma, mientras sentía a las crías de los pajarillos reclamar su comida y al abuelo trajinar por la cocina. Poco después llamó a mi puerta acompañado de una apetitosa bandeja de desayuno. Se sentó en el borde de la cama y me acarició el cabello, como cuando era niña. “Mi pequeña libélula” dijo mirándome con ternura "cuánto te he echado de menos” Me sentí en casa por primera vez en mucho tiempo. Y en casa sigo, tras dejar atrás una vida vacía , estresada e insatisfecha. Ahora vivo con el abuelo, quien resultó ser una ayuda extraordinaria para poner en marcha mi empresa de productos ecoĺógicos, cuyo nombre, como no podía ser de otra manera, es Mi pequeña libélula.





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