Idea ingeniosa - Marian Muñoz





El invierno estaba resultando demasiado crudo, la nieve no paraba de caer, y en aquel momento había una ventisca tremenda.
André se iba intranquilizando por momentos, hacía ya dos días que no podía salir de casa debido al temporal, y la nieve del tejado comenzaba a pesar mucho, temía que acabara venciéndose y dejando a su familia en la calle.
No hacía más que mirar por la ventana, deseando que amainara para poder comprobar si sus pensamientos eran ciertos, e intentar hacer algo al respecto antes de que fuera demasiado tarde.
Al fin la tormenta amainó, los copos de nieve eran una sutil alfombra que calmadamente bajaba del cielo. Se calzó sus botas, se puso el anorak y los guantes, y salió al exterior de la casa.
Del tejado colgaban carámbanos que semejaban espadas cristalinas, y a duras penas conseguía vislumbrar el hueco de su chimenea. Era el momento de actuar, cogió la escalera del cobertizo y se dispuso a subir al tejado con una pala, para poder aligerarlo de nieve. Tan dura estaba ésta que malamente podía hacerlo, ni con una cuadrilla de hombres podían quitar aquella durísima nieve, por lo que se le ocurrió enchufar la manguera para mojarla y así reblandecerla. Craso error, no recordaba que había vaciado el circuito exterior para que no reventaran las cañerías con las heladas.
--¿Y cómo voy a quitar la nieve del tejado?
Ya sé, tengo gasolina, que es más espesa que el agua y si la prendo, conseguiré que la nieve se derrita y al derretirse, de paso, apagará el fuego.
--Je je, si es que soy un genio, pensaba André.
Dicho y hecho, se subió a la escalera con la garrafa abierta, como era pesada la subió ligeramente inclinada y cayeron algunas gotas de gasolina sobre la madera de la misma, al llegar arriba del todo comenzó a desparramar el líquido sobre la nieve del tejado, cuando consideró que lo había repartido correctamente, arrojó el envase a un lado, cogió un mechero e intentó prender fuego a la nieve.
No funcionaba, la nieve había empapado de tal manera la gasolina que no prendía, pero una chispa del mechero cayó justo en un travesaño de la escalera impregnado de gasolina. En un instante la escalera empezó a arder, asustado y pensando que no le daba tiempo a bajar por los peldaños se tiró al suelo desde tan arriba, logró no hacerse daño al ser amortiguado el golpe por la nieve, pero no pudo evitar que la escalera le cayera encima, ardiendo como estaba.
Consiguió salvarse gracias a la nieve, puesto que fue ésta la que apagó de nuevo las llamas que él tanto intentaba provocar con la gasolina para deshacerse de ella.

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