No quería sentir, no quería pensar Pero aquí llegan cohortes de
ideas, de recuerdos. No me quedan más lágrimas, ni más paciencia
para seguir alimentando mi sueño, mi deseo. Mi vientre cual
eremita. Yermo, vacío. No ha podido ser, tanta lucha para nada. Pero
por los rincones de mi alma oiré a un bebé llorar, imaginaré que
lo amamanto con estos pechos vacios y secos, tan secos como estoy yo
por dentro. Más nunca dejaré de arroparle, de mecerle y llenarle de
besos. Hablo desde la tristeza de una mujer que ha querido ser madre
y no lo ha conseguido. Hablo por mi, no por las mujeres que no desean
serlo. Grito de rabia y dolor a aquellas mujeres que dejan nacer a
sus niños y los tiran a un contenedor de basura, porque mi hijo que
no es, ni será, tiene mi alma ganada.
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Triste y precioso a la vez.
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