¡Cómo envidio
tu trabajo!, me dicen todos. Tienes miles de destinos de vacaciones
para escoger y no repetir nunca.
Puedes ir a la
playa en Bali o en Río de Janeiro si te apetece. O ir de crucero por
los fiordos noruegos. Recorrer el Mediterráneo de puerto en puerto.
O pasar la Navidad en Centroeuropa, viendo nevar mientras paseas
entre edificios históricos bebiendo vino caliente.
No te quejarás.
Tengo trabajo y
llevo un sueldo digno a casa a fin de mes. Que me da para diez días
en el pueblo con mis padres. O cinco en La Manga del Mar Menor,
alejando mucho.
No me quejo, no.
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