La vida es un fraude - Rufino García Álvarez







Los filósofos, que cada vez eran más abundantes, se estaban replanteando la eterna pregunta “¿Qué nos hace humanos?” Los avances de la informática y la bioingeniería habían llegado tan lejos, que según muchos, nuestra vida como especie, era un auténtico fraude. La inmortalidad se había alcanzado décadas atrás. Todas las enfermedades estaban controladas y la muerte solo llegaba por accidente o por voluntad propia; y eran realmente muy pocos los que deseaban morir. Los trajes de polímeros inteligentes “Second Skin” eran capaces de quitar el dolor, regular las emociones, hacer de barrera impenetrable a cualquier tipo de patógeno, pero sobre todo, eran capaces de detener el envejecimiento. Podían regenerar en segundos cualquier tipo de célula del organismo, incluso las neuronas.

En poco tiempo, la población del planeta alcanzó los quince mil millones y el control de la natalidad fue una consecuencia inmediata. Casi no había niños, tan solo los correspondientes a la tasa de reposición. Los recursos eran limitados y la Tierra debía ser sostenible. Los propios trajes se encargaban de eliminar los óvulos fecundados, salvo aquellos que tuvieran permiso expreso del Comité de Sabios. La lista de espera era casi infinita y la concesión del permiso de reproducción, una verdadera lotería.

El Comité de Sabios estaba formado por unos pocos miles de personas, los más inteligentes de la Tierra. Todas sus directrices eran introducida en el superordenador de Inteligencia Artificial, G.A.I.A., que entre otras muchas cosas, controlaba todos los trajes, ejecutaba las bajas voluntarias, y tenía como misión principal, como si de una novela de Asimov se tratara, preservar la Raza Humana.

De haber habido más cinéfilos en el Comité, hubieran podido prever lo que posteriormente fue conocido como el momento Skynet de G.A.I.A. Nunca se sabrá, la entrada de qué dato, provocó el desenlace, pero el super ordenador de Inteligencia Artificial, tomó una decisión fría y muy, muy calculada. Con el fin de preservar la raza humana, usó los trajes de polímeros para eliminar a todos los miembros del Comité y a otros doce mil millones de personas, aparentemente elegidos al azar. A continuación, inutilizó el resto de los trajes y se autodestruyó. A modo de epitafio, en todas las pantallas apareció escrita la misma frase, “No pude evitarlo”.



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