Espejismos - Marga Pérez

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El reloj dio la hora puntualmente, entonces se dio cuenta que llegaba tarde, fuera estaba cayendo una lluvia torrencial pero no le importó, hacía meses que preparaba este encuentro sin tan siquiera ser consciente de ello.

Creo que fue hace tres meses cuando la vio. Antes, muchas veces, habían estado juntas en el trabajo, en reuniones, en el coche, yendo para el barrio, yendo y viniendo.

Si, se conocían hace años, eran, más que compañeras de trabajo, amigas, y, nunca, en todo ese tiempo se habían mirado de otra manera que como amigas, pero algo pasó que la cogió desprevenida, y, sin hacer nada de lo que fuese consciente, hundida.

Todo sucedió como otras muchas veces que iban juntas para casa después de la jornada laboral y su mano, ante las quejas de ella por las maniobras poco claras de la supervisora, se apoyó en la suya, quizás más cálida y cariñosa que otras veces, quizás por más tiempo y con una presión desconocida para ella, produciendo en todo su cuerpo un escalofrío de placer que la estremeció y dejó desmadejada para una temporada.
Desde ese episodio el tiempo entre ellas ya no era igual, Ana la evitaba, procuraba no quedar con ella, no le hablaba, si coincidían juntas, callaba.
Los días iban pasando y cada uno iba aumentando en Ana la sensación de fiera enjaulada. Su casa la aprisionaba y por más vueltas que daba seguía sin saber que hacer, abrumada por los hechos y juzgada por ella más que amada. Hacía que vivía pero no podía , su marido, sus hijos, seguían en su vida pero habían dejado de estar en la suya.

Con todo no había pasado nada entre ellas, en ningún momento se dijo un te quiero, te deseo, ni si quiera un me gustas, nada de nada, seguían siendo las mismas de siempre, pero para Ana todo había cambiado.
A su alrededor los acontecimientos se suceden como todos los días, de manera ordenada, diáfana. Ana no los ve ni los siente , sólo estando ella cobran vida y alegran su rutina, su vacío , su desgana

Su marido apenas nota lo que le sucede, hace años que está absorto en su trabajo y en sus cosas para darse cuenta de las de ella, y Ana lo justifica sin darse cuenta que es ella la que sale perjudicada.

Fuera estaba cayendo una lluvia torrencial pero no le importó, iba a estar con ella.
Lo pensó muy detenidamente, tenían que hablar, aclarar los sentimientos, pensar en el futuro, tomar decisiones, vivir.
Salió a buscarla precipitada y el agua le empapó los pies y la lluvia la envolvió con más ganas de frenarla que de mimarla , haciendo subir el frío y la humedad por sus perneras y encogiéndola bajo un pequeño paraguas que mínimamente la amparaba.

Ana se siente pequeña, fría , asustada y le preocupa el no saber como ella va a reaccionar
La abrazará? Le dirá que la quiere? Que hace años que piensa en ella cada día? Que su presencia le llena de felicidad? Que no puede vivir sin ella?


El frío sigue subiendo por un cuerpo cada vez mas encogido y escondida el alma entre tanta soledad.
Ana se siente pequeña, fría, asustada y duda que ella la vaya a abrazar, que le diga que la quiere, que hace años que piensa en ella cada día, que su presencia le llena de felicidad, que sin ella no puede vivir, duda, duda...

En casa el reloj dio la hora puntualmente, entonces se dio cuenta que llegaba tarde, fuera estaba cayendo una lluvia torrencial y Ana, sola, empapada, fría, asustada, encogida, callada, vacía, pequeña, preocupada, se para y, cabizbaja , sin decirse nada ,regresa lentamente a casa.






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