El reloj dio la hora
puntualmente, entonces se dio cuenta que llegaba tarde, fuera estaba
cayendo una lluvia torrencial pero no le importó, hacía meses que
preparaba este encuentro sin tan siquiera ser consciente de ello.
Creo que fue hace
tres meses cuando la vio. Antes, muchas veces, habían estado juntas
en el trabajo, en reuniones, en el coche, yendo para el barrio, yendo
y viniendo.
Si, se conocían
hace años, eran, más que compañeras de trabajo, amigas, y, nunca,
en todo ese tiempo se habían mirado de otra manera que como amigas,
pero algo pasó que la cogió desprevenida, y, sin hacer nada de lo
que fuese consciente, hundida.
Todo sucedió como
otras muchas veces que iban juntas para casa después de la jornada
laboral y su mano, ante las quejas de ella por las maniobras poco
claras de la supervisora, se apoyó en la suya, quizás más cálida
y cariñosa que otras veces, quizás por más tiempo y con una
presión desconocida para ella, produciendo en todo su cuerpo un
escalofrío de placer que la estremeció y dejó desmadejada para una
temporada.
Desde ese episodio
el tiempo entre ellas ya no era igual, Ana la evitaba, procuraba no
quedar con ella, no le hablaba, si coincidían juntas, callaba.
Los días iban
pasando y cada uno iba aumentando en Ana la sensación de fiera
enjaulada. Su casa la aprisionaba y por más vueltas que daba seguía
sin saber que hacer, abrumada por los hechos y juzgada por ella más
que amada. Hacía que vivía pero no podía , su marido, sus hijos,
seguían en su vida pero habían dejado de estar en la suya.
Con todo no había
pasado nada entre ellas, en ningún momento se dijo un te quiero, te
deseo, ni si quiera un me gustas, nada de nada, seguían siendo las
mismas de siempre, pero para Ana todo había cambiado.
A su alrededor los
acontecimientos se suceden como todos los días, de manera ordenada,
diáfana. Ana no los ve ni los siente , sólo estando ella cobran
vida y alegran su rutina, su vacío , su desgana
Su marido apenas
nota lo que le sucede, hace años que está absorto en su trabajo y
en sus cosas para darse cuenta de las de ella, y Ana lo justifica sin
darse cuenta que es ella la que sale perjudicada.
Fuera estaba cayendo
una lluvia torrencial pero no le importó, iba a estar con ella.
Lo pensó muy
detenidamente, tenían que hablar, aclarar los sentimientos, pensar
en el futuro, tomar decisiones, vivir.
Salió a buscarla
precipitada y el agua le empapó los pies y la lluvia la envolvió
con más ganas de frenarla que de mimarla , haciendo subir el frío y
la humedad por sus perneras y encogiéndola bajo un pequeño paraguas
que mínimamente la amparaba.
Ana se siente
pequeña, fría , asustada y le preocupa el no saber como ella va a
reaccionar
La abrazará? Le
dirá que la quiere? Que hace años que piensa en ella cada día? Que
su presencia le llena de felicidad? Que no puede vivir sin ella?
El frío sigue
subiendo por un cuerpo cada vez mas encogido y escondida el alma
entre tanta soledad.
Ana se siente
pequeña, fría, asustada y duda que ella la vaya a abrazar, que le
diga que la quiere, que hace años que piensa en ella cada día, que
su presencia le llena de felicidad, que sin ella no puede vivir,
duda, duda...
En casa el reloj dio
la hora puntualmente, entonces se dio cuenta que llegaba tarde, fuera
estaba cayendo una lluvia torrencial y Ana, sola, empapada, fría,
asustada, encogida, callada, vacía, pequeña, preocupada, se para y,
cabizbaja , sin decirse nada ,regresa lentamente a casa.
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