Aquí
estoy aburrida, llevo un tiempo parada, sin moverme, sin bailar, mi
amita ya no juega conmigo y la echo de menos. Su madre me ha posado
en brazos de una muñeca, de vez en cuando me quita el polvo mientras
la oigo cantar, pero ya no me muevo como antes, ¡Cuánto lo añoro!
Recuerdo
la primera vez que nos vimos, estaba dormida en una caja de cartón
de vivos colores, y de pronto ella quitó el lazo que cubría mi tapa
y me descubrió. Sus gritos de júbilo y palmadas de entusiasmo
hicieron sonar mis cascabeles. Llevaba tanto tiempo esperando tan
ansiado momento, deseaba que una niña me quisiera y fue increíble,
impactante, mi amita enseguida me tomó con cariño y poniéndose el
abrigo salió a la calle dispuesta a jugar conmigo, me mostraba a sus
amigas, a los vecinos, no paraba de reír y cantar mientras me
balanceaba y yo intentaba que no tropezara pues la veía un poco
inexperta.
Al
principio era delgadita y de color arena, con el tiempo empecé a
engordar, mis fibras se llenaron de polvo, pequeñas piedras, hierbas
y esa suciedad cambió mi color a un marrón más intenso.
Últimamente ya no suena un cascabel, y el otro está a punto de
escapar, pero me sigue queriendo como el primer día, o quizás más.
Ahora
no puede levantarse de la cama, por haber tropezado en el cole tiene
una pierna escayolada, y pesa más que todo su cuerpo, porque es
pequeña y menuda, si pudiera ponerse en pie sería una polvorilla,
siempre de aquí para allá, canturreando alguna canción o la tabla
de multiplicar, es mi alegría y la de su familia. Estos días anda
un poco cabizbaja, se aburre a pesar de visitarla sus amigas, le
cuentan las lecciones que han dado en clase y los deberes que han de
preparar. Los fines de semana juegan un rato al parchís o con las
muñecas, pero noto que esta triste, lo propio de ella es correr y
brincar, y por supuesto saltar.
Está
leyendo el cuento de Pulgarcito, ayer fue El Gato con Botas y he
visto que la abuelita le ha traído El Soldadito de Plomo, parece que
disfruta con la lectura y tengo miedo que se olvide de mi, que no
vuelva a jugar conmigo y se torne tranquila como su hermana mayor.
Esperaré a que le quiten la escayola y comience a caminar, entonces
empezaré a moverme, a hacer ruido para que me vea y se dé cuenta
que estoy aquí, junto a ella, y volvamos a ser inseparables.
Siempre
viajaba al fondo de la mochila, encima mío iban los libros y
libretas, estuches de lápices y gomas de colores, olían un poco
mal, pero daba igual, porque en el recreo me buscaba, me llevaba al
patio del cole y allí jugábamos con sus amigas.
Echo
de menos los suaves balanceos, su dulce y tierna voz cantando: “Al
pasar la barca, me dijo el barquero, las niñas bonitas, no pagan
dinero”.
Cuando ya nos conocimos mejor, me daba vueltas muy alto en el aire,
nunca tropezaba y sus canciones eran más animadas: “Al
cocherito leré, me dijo anoche leré, que si quería leré, montar
en coche leré”,
¡como nos divertíamos juntas!, éramos tan buenas amigas que sólo
nos separábamos para dormir. Ella en su camita y yo al fondo de la
mochila, sin poder salir.
Tengo
miedo que me abandone, que nunca más bailemos y saltemos al mismo
compás, pero he de ser optimista y esperar que pasen los días, se
recupere y comience a caminar.
Hoy
le ha dicho su mamá que mañana vendrá el doctor, le quitará la
escayola y en unos días podrá andar primero con muletas y después
volverá a saltar y brincar. La cara le ha cambiado, esta alegre e
inquieta, no he dicho nada, pero con la mirada me ha buscado, y en
cuanto corra me voy a hacer notar, volveremos a ganar a todas las
niñas del barrio, las del cole y cuantas quieran competir con
nosotras, pobrecitas, no saben que somos las mejores saltando a la
comba.
El
juego de la comba es un juego muy sencillo y divertido. El único
material que se necesita es una cuerda gruesa y muchas ganas de
saltar.
Puedes
jugar sólo o puedes jugar en grupo. Si juegas sólo tienes que girar
la cuerda sobre tu cabeza y por debajo de tus pies y tienes que estar
saltando cada vez que pasa la cuerda. También puede saltar otro al
mismo tiempo que tú, con la misma cuerda, pero tiene que pegarse a
ti bastante para que no le pille.
Si
el juego se hace en grupo, dos personas tienen que dar a la comba
agarrándola por los dos extremos, y el resto (un número
indeterminado) son los que saltan. Cuando alguien se confunda se
pondrá a dar y la que daba pasará a saltar.
Hay
muchas formas de jugar, a veces se salta de uno en uno y otras veces
saltan todos juntos. Eso depende de las reglas que se pongan cuando
se va a empezar a jugar.
A
la comba se puede dar fuerte y deprisa y que la persona que salte
aguante lo más posible.
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