¡Juega conmigo! - Marian Muñoz


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Aquí estoy aburrida, llevo un tiempo parada, sin moverme, sin bailar, mi amita ya no juega conmigo y la echo de menos. Su madre me ha posado en brazos de una muñeca, de vez en cuando me quita el polvo mientras la oigo cantar, pero ya no me muevo como antes, ¡Cuánto lo añoro!
Recuerdo la primera vez que nos vimos, estaba dormida en una caja de cartón de vivos colores, y de pronto ella quitó el lazo que cubría mi tapa y me descubrió. Sus gritos de júbilo y palmadas de entusiasmo hicieron sonar mis cascabeles. Llevaba tanto tiempo esperando tan ansiado momento, deseaba que una niña me quisiera y fue increíble, impactante, mi amita enseguida me tomó con cariño y poniéndose el abrigo salió a la calle dispuesta a jugar conmigo, me mostraba a sus amigas, a los vecinos, no paraba de reír y cantar mientras me balanceaba y yo intentaba que no tropezara pues la veía un poco inexperta.
Al principio era delgadita y de color arena, con el tiempo empecé a engordar, mis fibras se llenaron de polvo, pequeñas piedras, hierbas y esa suciedad cambió mi color a un marrón más intenso. Últimamente ya no suena un cascabel, y el otro está a punto de escapar, pero me sigue queriendo como el primer día, o quizás más.
Ahora no puede levantarse de la cama, por haber tropezado en el cole tiene una pierna escayolada, y pesa más que todo su cuerpo, porque es pequeña y menuda, si pudiera ponerse en pie sería una polvorilla, siempre de aquí para allá, canturreando alguna canción o la tabla de multiplicar, es mi alegría y la de su familia. Estos días anda un poco cabizbaja, se aburre a pesar de visitarla sus amigas, le cuentan las lecciones que han dado en clase y los deberes que han de preparar. Los fines de semana juegan un rato al parchís o con las muñecas, pero noto que esta triste, lo propio de ella es correr y brincar, y por supuesto saltar.
Está leyendo el cuento de Pulgarcito, ayer fue El Gato con Botas y he visto que la abuelita le ha traído El Soldadito de Plomo, parece que disfruta con la lectura y tengo miedo que se olvide de mi, que no vuelva a jugar conmigo y se torne tranquila como su hermana mayor. Esperaré a que le quiten la escayola y comience a caminar, entonces empezaré a moverme, a hacer ruido para que me vea y se dé cuenta que estoy aquí, junto a ella, y volvamos a ser inseparables.
Siempre viajaba al fondo de la mochila, encima mío iban los libros y libretas, estuches de lápices y gomas de colores, olían un poco mal, pero daba igual, porque en el recreo me buscaba, me llevaba al patio del cole y allí jugábamos con sus amigas.
Echo de menos los suaves balanceos, su dulce y tierna voz cantando: “Al pasar la barca, me dijo el barquero, las niñas bonitas, no pagan dinero”. Cuando ya nos conocimos mejor, me daba vueltas muy alto en el aire, nunca tropezaba y sus canciones eran más animadas: “Al cocherito leré, me dijo anoche leré, que si quería leré, montar en coche leré”, ¡como nos divertíamos juntas!, éramos tan buenas amigas que sólo nos separábamos para dormir. Ella en su camita y yo al fondo de la mochila, sin poder salir.
Tengo miedo que me abandone, que nunca más bailemos y saltemos al mismo compás, pero he de ser optimista y esperar que pasen los días, se recupere y comience a caminar.
Hoy le ha dicho su mamá que mañana vendrá el doctor, le quitará la escayola y en unos días podrá andar primero con muletas y después volverá a saltar y brincar. La cara le ha cambiado, esta alegre e inquieta, no he dicho nada, pero con la mirada me ha buscado, y en cuanto corra me voy a hacer notar, volveremos a ganar a todas las niñas del barrio, las del cole y cuantas quieran competir con nosotras, pobrecitas, no saben que somos las mejores saltando a la comba.


  El juego de la comba es un juego muy sencillo y divertido. El único material que se necesita es una cuerda gruesa y muchas ganas de saltar.
    Puedes jugar sólo o puedes jugar en grupo. Si juegas sólo tienes que girar la cuerda sobre tu cabeza y por debajo de tus pies y tienes que estar saltando cada vez que pasa la cuerda. También puede saltar otro al mismo tiempo que tú, con la misma cuerda, pero tiene que pegarse a ti bastante para que no le pille.
    Si el juego se hace en grupo, dos personas tienen que dar a la comba agarrándola por los dos extremos, y el resto (un número indeterminado) son los que saltan. Cuando alguien se confunda se pondrá a dar y la que daba pasará a saltar.
    Hay muchas formas de jugar, a veces se salta de uno en uno y otras veces saltan todos juntos. Eso depende de las reglas que se pongan cuando se va a empezar a jugar.
    A la comba se puede dar fuerte y deprisa y que la persona que salte aguante lo más posible.







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