¡Vaya,
Piluquita! ¡Qué coincidencia encontrarnos aquí! Fíjate que
llevaba un tiempo queriendo hablarte y no había manera de dar
contigo. No, ir a buscarte a tu casa me parecía un poco violento,
pero siempre me dije que si te encontraba por la calle, sí te iba a
decir las cuatro cosas que te mereces y mira tú, hoy por fin es el
día. No te pongas nerviosa mujer, que no voy a armar un escándalo,
parece mentira que no me conozcas, ya sabes que yo soy muy discreta y
no se me ocurriría llamar la atención en ningún sitio y menos
aquí, en pleno paseo de la playa, repleto de gente. La verdad es que
estamos teniendo una primavera bárbara aquí en el norte, mira que
bonita se ve esta playa nuestra tan mona. Pero ven mujer, siéntate
aquí, en el banco junto a mí, que igual te cansas o te da un
desmayo cuando me escuches, porque como habrás intuido, no es
agradable lo que voy a decirte y no solo por lo que acabas de hacer,
que al fin y al cabo me importa más bien poco, sino por todo. Sí
hija, por todo, porque nunca te he tragado y sin embargo te he
soportado todos estos años, simplemente por eso, me merezco ahora el
placer de decirte lo que pienso.
Veinte años,
chica, veinte, que se dice pronto pero vete tú contando uno detrás
de otro y verás lo que tardan en pasar, sobre todo cuando se tiene
al lado a una plasta como tú. ¿Que porque te soporté? Pues por
Mari Carmen chica, por qué va a ser. Ella sí que es mi amiga, pero
amiga de verdad, de las buenas, de las que están a las duras y a las
maduras y claro, como eras hija de los amigos íntimos de sus padres,
habías llegado nueva a la ciudad, no conocías a nadie.... y allí
te pegaste a nosotras, y hala, un mes tras otro, un año tras
otro.... y ahí las dos aguantando tus estupideces. Porque estúpida
siempre fuiste un cacho eh guapa, que te creías la más guapa, las
más lista, la más de lo más, y siempre fuiste por ahí
despreciando al personal. ¿Qué de dónde saco yo eso? Pues de mi
propia experiencia a tu lado monina. ¿No te acuerdas cuando en el
instituto te llamaron a dirección dos veces por meterte con Lidia
Garcia, aquella chica que era gorda, muy gorda y tu no hacías más
que reírte de ella? Que a Mari Carmen y a mí se nos caía la cara
de vergüenza y no sabíamos dónde meternos cuando le soltabas todas
aquellas lindezas, a Lidia, la más inteligente de la clase, que por
cierto, no sé si sabes que es la decana de la facultad de Física,
cosa que consiguió a pesar de ser gorda y poco agraciada, no como
tú, que siempre fuiste divina de la muerte y te has quedado en
dependienta en una zapatería, que no digo yo que sea un mal trabajo
eh, Dios me libre, pero ni punto de comparación con el de Lidia. Y
por cierto, conozco a varias clientas tuyas que opinan lo mismo que
yo, que eres una estúpida y una antipática, que solo atiendes bien
a la gente en la tienda cuando estás delante del jefe, que no sé yo
cómo no te ha echado todavía. ¿Será que te acuestas con él? Ay
hija, no te pongas así, no sé porque te ofendes tanto cuando hace
apenas tres meses te has ido a vivir con mi marido, lo cual quiere
decir que eres un poco ligerilla de cascos y que lo mismo te da un
soltero, que un casado y probablemente que un cura, digo yo.
Sí, sí, estoy de
acuerdo contigo, mi matrimonio ya estaba muerto y requetemuerto, tú
no fuiste la causante de nada, pero son las formas criatura, que no
te enteras. Resulta que llevabas más de un año liada con mi
marido, quedando con él a escondidas para hacer marranadas y eso, y
por otro lado quedabas conmigo y con Mari Carmen para tomar un café
o un vermut. ¿No te daba cosa quedar con la mujer de tu amante? Pero
qué preguntas tengo, qué cosa le iba a dar a una pelandusca como
tú. Yo creo que lo hacías para enterarte de cómo nos iban las
cosas a Manolo y a mí. Seguro que él te decía que ya no me quería,
que se quería separar y si no lo hacía era porque yo le rogaba que
se quedara... y tú querías comprobarlo de primera mano, menos mal
que yo delante de ti nunca dije ni mu de lo mío con lo Manolo. A
Mari Carmen sí que le contaba, le contaba la verdad, claro. Que
estaba de él hasta el moño, que sabía que desde hacía mucho
tiempo me la estaba pegando con unas y con otras, y que no entendía
cómo no cogía sus cosas y se largaba de casa de una vez. Sí hija
sí, la que estaba deseando perderlo de vista era yo. Así que el día
que me dijo que se iba casi ni me lo pude creer, y el día en que por
fin se fue, hice una fiesta y le di las gracias mentalmente una y
otra vez a la mujer que me había hecho el favor de quitármelo de
delante. ¿Que entonces a que viene este discurso? Pues por tu
actitud, hija, porque eres una falsa, una hipócrita, y porque has
ido de amiguísima toda tu vida, aunque yo no te considerara como
tal, que lo sepas, y al final no has tenido ningún escrúpulo para
largarte con mi marido. Fue una pena que no me lo hubieras quitado
cuando empecé a salir con él, cuando éramos jovencitas ¿te
acuerdas? Te gustaba, te gustó desde el día en que te lo presenté,
pero él me prefirió a mí y yo encantada, hija, una porque a mí
también me gustaba, y otra por el placer de darte en la cabeza.
Claro que si lo llego a saber te lo hubiera regalado, la de
quebraderos de cabeza que me hubiera ahorrado, pero bueno ya ves, al
final te lo has llevado tú y espero que lo disfrutes. No mujer, no
te voy a decir a ti cómo es Manolo, seguro que tú lo sabes mucho
mejor que yo, como has convivido con él casi diez años, ya estás
al tanto de sus defectillos, que chica, para mí llegaron a ser
insoportables, pero seguro que para ti hasta tienen su encanto. Eso
de que llegue a casa a las tantas medio borracho noche sí y noche
también, de que no haga nada en casa y encima vaya dejando la ropa
sucia tirada por la habitación, de que suelte unos ruidosos eructos
después de comer delante de quién sea, de que se tire pedos
olorosos en la cama... lo sé, son cosillas sin importancia que
depende para quién, incluso pueden llegar a tener su encanto.
Uy, si son casi las
doce y media, y yo había quedado con Mari Carmen para tomar un
vermut, planear nuestras próximas vacaciones a las Bahamas y de paso
despellejarte un poco, me voy pitando que odio llegar tarde a los
sitios.
Bueno encanto,
pues hala, marcho, muchas gracias por escucharme, un detalle por tu
parte, no sabía que podías llegar a ser tan educada. Que te vaya
bien con Manolo, disfruta mucho de él y nada... pues, que te den.
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