La
rana se había empeñado en torear al sapo. Éste, en desacuerdo con
su novia, dijo que él no era un toro y ella no tenía muleta.
La rana esbozó una sonrisa pícara y le enseñó una cerilla
que
serviría de muleta. En cuanto a que no era un toro, estaba en lo
cierto, pero habida cuenta que tener tenía cuernos...
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