No
encontrar trabajo la estaba volviendo loca. Sus días comenzaron a
ser simples y monótonos. Por la mañana pateaba la ciudad dejado
currículos y por las tardes se plantaba delante de una televisión
en la que, por mucho zapping
que hiciera, nunca echaban nada interesante. Para colmo la ansiedad
le daba hambre y no paraba de comer galletas,
que se acumulaban traicioneras en todas las partes de su cuerpo
dándole aspecto de lobo marino. El día que pasó ante un gimnasio
decidió cambiar de vida. Se apuntó. Ahora hacía sppining, aerobic,
zumba y ejercicios libres. Adelgazo veinte kilos pero sus días se
volvieron de nuevo simples y monótonos. Dejó el gimnasio y se apuntó
a manualidades, luego a teatro, luego a clases de música, luego a
clases de cocina…. No encontrar trabajo acabó por volverla loca.
Ahora está en el manicomio y se encuentra bien. Ya no necesita
trabajo.
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