Siempre
fue una niña muy buena, pero terca como una mula. Aquel día
se le quedó el folleto de juguetes en casa de su tía. Tenía
marcado todo lo que iba a pedir a los reyes. Íbamos en el coche de
vuelta a casa y en la bandeja de atrás había uno igual. No le
valía, tenía que ser el otro. Armó una pataleta de
tres pares de narices. El llanto sin lágrimas se debía escuchar
hasta en el infierno.
Su padre amenazó con bajarla del coche y abandonarla en una
gasolinera, hasta llegó a detener el vehículo. Solo así se calló.
Uf, niños…
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario