Era
asombrosa la velocidad que podía alcanzar cuando escribía sin
pensar al teclado del ordenador, había aprovechado eficientemente el
cursillo de máquina en primero de secundaria, no sólo tenía
velocidad sino que apenas cometía faltas de ortografía mirando
exclusivamente a la pantalla. En esos momentos todos la dejaban
tranquila, era su sistema de elaborar un artículo ya que su mente
iba tan rápida como sus dedos, lo llamaba “brainstorm” escribía
lo que se le ocurría y al repasarlo afinaba en aquellas partes o
testimonios en los que quería provocar interés.
Dejó
de mirar el texto en pantalla y comprobó, como siempre, que todos se
habían ido, bueno todos no, quedaba su fiel compañero Yoni el único
que conseguía entender sus diatribas mentales y sabía poner freno a
muchos de sus disparates. Entraron a la vez en la redacción del
periódico del instituto, dos tortolitos de trece que pretendían
expresar su creatividad literaria, al principio los mayores se
mofaron pero en cuanto vieron el gancho de sus columnas procuraron
darles más protagonismo, aunque la envidia empezó a corroerles.
Críticas constructivas a profesores, opiniones basadas en el sentir
general, consejos útiles para los nuevos y sobre todo un breve
comentario a la última película de estreno. Marita y Yoni eran la
pareja perfecta de reporteros, no se pisaban las noticias ni las
ideas y compartían sanamente sus posibles artículos o ideas para
investigar, pero esta vez estaban en total desacuerdo, iba a ser la
última tirada justo al terminar recuperaciones y exámenes de la
EBAU.
-¡Pero
no lo ves! –Decía ella- hay una mano negra detrás de todo esto,
un lobby estoy segura, no daré con el origen pero al menos iré
tirando de la cuerda y van a salir muchas cosas feas, ya verás.
-Mira
Marita sólo eres una chica de quince, sí casi dieciséis, pero si
los grandes diarios no van tras esa noticia no sé cómo pretendes
encontrar al culpable, y si lo haces seguramente sea peligroso.
-¿Recuerdas
el año pasado con el artículo de los piojos? Al final se destapó
que el comercial de un laboratorio escogía los colegios para soltar
liendres al saludar a los niños, vamos no me digas que no era
sospechoso que todo el verano juntos en parques, piscinas, playas y
calles sin que piquen las cabezas y nada más empezar las clases
comienzan los contagios.
Estarás
conmigo que algo hay detrás, dime tú si no es para sospechar que de
repente algo anormal está pasando, porque no me lo trago. Mientras
los estudiantes estamos en clase apretando los codos en el último
tramo final, algunos incluso estudiando online, los contagios de esa
mierda de coronavirus están bajando. Sí van bajando, y parece que
por fin la economía se relanza, los hoteles tienen reservas, los
restaurantes y lugares de comida empiezan a abrir su interior, todos
empezamos a consumir con precaución preparándonos para un verano
con mayores libertades que el pasado. El país entero tenía
esperanzas puestas en estos meses, y qué, ya me dirás, terminamos
los exámenes nos dan vacaciones dejando de ser obligatoria la
mascarilla ¡qué casualidad! las agencias ofertan fantásticos
viajes a precio de ganga ¡qué casualidad! es entonces cuando los
contagios se disparan y los jóvenes salen en todos los medios
criminalizados por botellones, macro fiestas, juergas playeras, pero
que te piensas que antes no se hacían, claro que sí y sin embargo
la ola seguía bajando, así que no, la culpa no es de los muchachos
sino de una mano negra que esparció unas cuantas probetas de virus,
sí de virus delta, ¡vamos no me digas! El que nos rondaba hasta la
saciedad era la cepa inglesa y ahora todo plagado de la de India.
¿Cuánta gente te crees que habrá regresado desde allí al país?
Vamos que no son tantos como para crear este caos, que no, que te lo
digo yo que no. Al principio pensé que era una maniobra
independentista para estigmatizar y aniquilar a parte de los
cachorros españoles, porque no digamos que ciertas zonas del
Mediterráneo son todas del mismo palo, una forma muy sutil de
decirnos “no os queremos aquí, ni siquiera a vuestros hijos”
sólo que el tiro les salió por la culata ya que fueron tantos los
contagios que ni Alemania ni Inglaterra quieren que sus ciudadanos
vengan, y ese es el tipo de turista que desean porque se pasan el día
durmiendo la mona y por la noche les atontan con alcohol de garrafa
vendido a precio de bueno, porque no protestan si la habitación esta
sucia o las patatas fritas que comen son congeladas de hace años,
pero claro un turista español sí exige respeto y calidad porque
algo tiene el conocer tus derechos, mal que le pese a algunos.
-Mira
sí, algo de razón tienes, que dejar de lado la obligatoriedad de
las mascarillas ha producido un estallido incomprensible puesto que
antes muchos de los afectados ya no las llevaban ni en interiores.
Pero pensar que hay intereses detrás de ello, parece improbable.
-¡Hundir
al país! ¿Te parece poco? No sólo tenemos al enemigo en casa sino
que hay muchos países que nos tienen manía, mira Marruecos, por
supuesto los gobiernos porque sus gentes lo único que quieren es
trabajo y bienestar la mayoría de las veces, ¿Quién te dice que
detrás de esta explosión de coronavirus no está un país
comunista? Sí ya sé que es un tema manido, pero qué se yo, ¿sabes
lo que están logrando al quitar la obligatoriedad de los tapa bocas?
Pues eso, que nos tapan la boca tachándonos de egoístas,
insolidarios, incívicos, mal criados, ¡qué! ¿Sigo?
Yoni
agachaba la cabeza, cuando ella tenía una pista no cejaba y en este
caso un periódico de instituto no era el sitio apropiado para ese
tipo de investigación ni siquiera para lanzar sospechas o levantar
la liebre sobre lo ocurrido. La instó a reposar sus ideas y
continuar con el artículo al día siguiente en que lo vería de otra
forma.
Marita
llevaba desde los seis años inventándose historias, intentando
crearse una vida que no tenía por no poner en peligro a su madre con
quien se había escapado de casa al morir su padre a manos de
narcotraficantes, asesinado por ser periodista y meter las narices
demasiado al colaborar con la policía. Muchos años de huida, de no
publicar fotos en redes sociales ni dejarse fotografiar, de no
sincerarse con nadie por temor al chivatazo había encontrado un
sistema de desahogo, escribir, no lo hacía mal, le gustaba el
periodismo de investigación como a su padre y su válvula de escape
era el periódico local, cuando algo la indignaba a su alrededor lo
perseguía denunciándolo anónimamente, eran profesionales los que
iban a la caza de noticias tras aportar su pista y conseguían luego
grandes portadas. Nadie lo sabía, ni su madre ni Yoni, su seudónimo
era “Dama blanca come alfil” soliendo tener buena puntería en
sus limitadas pesquisas, porque una niña no era persona adecuada
para investigar ni denunciar delitos pero sí veía claramente lo que
otros intentaban esconder.
Su
madre llegaría tarde del trabajo y aprovechó esas horas para
navegar por internet e intentar comprender a quien beneficiaba el
estallido de esta ola, no iba a ser la última. Recortar derechos
civiles venía muy bien a cierta clase política, buscaría en
diferentes periódicos quienes habían viajado y adonde, era una
buena línea para encontrar respuestas, estaba convencida que sus
amigos podían ser cabras locas en algunos momentos pero ni incívicos
ni insolidarios y mucho menos responsables de algunas muertes porque
querían y adoraban a sus familias. Tenía que hacerlo por ellos y
por los futuros afectados. Un laboratorio, una secta o un
extraterrestre, una mano negra está detrás de tanto contagio, por
si acaso en todos sus reportajes recomendaba que usaran siempre
mascarilla y distancia de seguridad.
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