Ahogada por los números me hallo. No me salen las cuentas. De pesetas a euros, con sus correspondientes decimales. Un euro son 166,386 pesetas. Casi parece el número del Diablo, con tanto seis por ahí revoloteando. Y revoloteo, y subo, y redondeo otro poco, y tiro porque me toca. Y el café me cuesta un ojo de la cara. O casi los dos. Quédate ciega aunque yo me quede tuerta.
La vida es una m… pi, pi, pi…. No, el número pi, no. No es 3,1416 y lo que viene, que no sé qué vendrá. ¿Qué será será?
Pues más números sin sentido para un mundo de locos. Todo es gasto, todo es consumo, todo es economía, todo sube, todo es producir y volver a consumir. Nos consumimos. El hombre ha vuelto a convertirse en un lobo, o era un zorro astuto. Algunos hasta aparentan ser corderitos.
Y mientras todo sube. Menos los sueldos y las ganas de trabajar en esta rutina monetizada que nos devora.
Donde las letras han perdido la razón y la partida.
Porque a nadie le interesa juntar letras, si no son de cambio. Cambio dólares por euros, o euros por libras ¿Quién da más?
La poesía bien rimada llena de amor, verdad y nostalgias ha enmudecido. Y las historias contadas al amor de la lumbre se han ocultado en el arcón de donde se sacaba la varita de la imaginación. Los versos han volado a sus nidos, los protagonistas de los cuentos no quieren salir del bosque. Asustados por el ruidoso traqueteo de las máquinas, accionadas por lobos con forma humana, que cuentan moneda de curso legal.
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario