Dicen que soy retorcida, mala gente. No, soy una mujer muy sensible, y necesito que me quieran, pero que me quieran de verdad, sin robarme nada del afecto que me merezco, porque yo lo entrego todo. A mis hermanos, a mis hijas, a mi marido. Sigo las indicaciones de la Iglesia, hay que amar al prójimo como a uno mismo, pero la respuesta no es la misma para mí. No quiero llorar, pero cada vez que tengo un problema como el de hoy no puedo remediarlo. Llevo toda la mañana pasando al cuarto de baño para que no me vean “mis niñas” llorar.
Las llamo “mis niñas” pero son mujeres mayores. Es que soy la Jefa de una Secretaría y tengo tres
personas a mi cargo. Cuando tengo que hablar de ellas a mis colegas las llamo así,
porque me parece más cariñoso. No siempre tengo que decir cosas buenas de
ellas. En general, si siguen mis instrucciones no hay problemas, pero claro, no
todos los días nos levantamos igual. Yo últimamente vengo a la oficina un poco
torcida. Claro que salgo de casa ya enfadada. Mis hijas no me hacen ni caso, están siempre de parte
del padre y mi marido lo hace todo mal.
El dice que es por las crisis, pero yo creo que es un vago sin ninguna ambición.
Si eres un representante de vinos lo que tienes que hacer, como yo le digo, es
estar visitando continuamente los puntos de distribución, no meterte en un bar
a catar los vinos que llevas, porque a veces llega a casa con unas buenas
cogorzas y claro, ya la tenemos liada.
Se tenía que dar cuenta que no puede dar ese mal ejemplo a
sus hijas. Al fin y al cabo son mis hijas también y yo quiero que se eduquen
como yo me eduqué. En un ambiente religioso y de cierto nivel. Los Jiménez de
la Lastra siempre nos hemos distinguido desde tiempo atrás por nuestras relaciones
dentro y fuera de la iglesia, a un nivel superior. Aunque ahora no tengamos
nada, llegamos a tener posesiones importantes en Abades, no hay más que ver la
casa que teníamos. Incluso tenía escudo
nobiliario. Lastima que hayamos tenido tantos problemas en la familia por la
casa. Unos porque querían hacerla una
casa rural y otros porque creemos que es más importante mantener el legado de
nuestra estirpe, ahí está, muerta de asco. Esto nos ha separado completamente y
ya prácticamente no nos hablamos los hermanos, bueno, para no mentir, ellos se
hablan, pero dicen que yo lo único que
hago es malmeter. Lo que pasa es que digo la verdad. Yo siempre he sido partidaria de mantener la
imagen de la familia. Lo siento por mi hermano Juan y sus hijos. Lleva en el
paro mucho tiempo y no tiene donde caerse muerto, pero…. Oye ¡que se hubiese
buscado una mujer con más posibles¡, y no esa muerta de hambre que cogió. Si,
si, muy buena chica y muy mona, pero sin ninguna preparación.
Yo iba destinada a cosas mejores, no me arrepiento, porque he
tenido a tres hijas maravillosas que son mi fiel reflejo, pero me equivoque con
Alfredo. Le conocí en aquella fiesta que organizó mi antigua compañera de
colegio y tenía tan buena pinta que me cautivo, no pasaron doce meses y ya
había nacido la niña. En fin que todo fue un revuelo. Boda rápida en cuanto me
quedé embarazada y el descubrimiento de que en Alfredo había mucha apariencia.
La familia estaba prácticamente arruinada. Fue una decepción tremenda, pero a
lo hecho pecho. Yo siempre, como mi familia, he sido muy religiosa y Dios y mis
vírgenes me ayudan.
El otro día una de mis niñas, las del curre, me dijo que
menos golpes de pecho y más consideración a las personas. Como se atreve? Yo
soy la Jefa y si yo digo que se hace así se hace así. Mercedes, pobrecilla, es
una paleta, yo se lo digo a las otras niñas, como la pudieron dar un trabajo
así con la pinta que lleva. No se la puede presentar en ningún sitio. Me da
igual que tenga muy buena fama como trabajadora, el caso es que si yo falto, y
es que últimamente me encuentro fatal por las mañanas, ella no me puede
sustituir, porque tiene una imagen pésima, y al final tengo que madrugar aunque
no quiera. Y luego se extrañan que llegue cabreada a la oficina.
Otra de ellas, Luz, me dijo que no sabía como acertar
conmigo. La contesté que no tenía más que observarme. No conoce la empatía. Se
pone nerviosa en cuanto la hablo. Yo creo que tiene problemas mentales.
Ahora estoy sufriendo mucho, tengo que echar a una de ellas.
Es una lista. Como se lleva bien con el Jefe pretende ir por libre. ¿Por libre
en mi secretaría?, de eso nada. Además a esta la voy a pillar en bragas, ya se
que es una vulgaridad pero a veces se lo merecen. Ella ni se lo imagina, pero
le he dicho a Verecundo, mi jefe, por cierto que nombre tan vulgar para un
Subsecretario, que o ella o yo. Se lo he dicho muchas veces pero esta vez se
tiene que decidir.
No es que le amenace, pero se muchas cosas de el que no le interesa que
se sepan, y el lo sabe. He tenido muchos problemas con mi marido por su culpa, le
he dedicado tiempo que tenía que haber sido para mis hijas, he hecho alguna
cosa que no debía y además, y eso lo sabe Alfredo, Verecundo ha tratado de
enamorarme, si, así de claro, y lo peor es que durante un tiempo lo consiguió,
pero, era difícil que no cayésemos, porque yo, ahora ya no, porque soy mayor y
estoy muy gorda, pero ¡estaba como un queso¡ como le decía yo el otro día a una
de mis niñas, yo tenía un pecho y unas piernas ¡de alucinar!
Bueno hoy ya no lloro más. He convencido a Verecundo.
Me ha jurado por Dios, y eso seguro que lo cumple, que esta semana la echa.
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¡Vaya jefe!
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