Buscando la suerte - Gloria Losada




Cuando la vida se convierte en una retahíla de desdichas una se agarra a lo que sea para conseguir que todo cambie, aun siendo consciente de que la solución encontrada no sea la adecuada. Yo había tenido un grave accidente de coche, mi madre se había muerto de un día para otro, mi marido se había largado con la secretaria y me había quedado sin trabajo. Necesitaba cambiar mi tendencia a la desgracia.
Para escapar de tanto infortunio me fui de viaje con una amiga a Las Bahamas y allí di con la solución. Paseando por la calle me encontré un puesto de amuletos. Según el negro zahíno (dicho sin acritud) que intentaba venderlos, eran la panacea contra las desgracias. Había amuletos contra todo tipo de desventuras. Compré uno de cada uno, me gasté una pasta, y cuando llegué a casa no supe muy bien qué hacer con ellos.
-Como no te lo los comas.... - me dijo mi amiga.
Dicho y hecho. Los objetos en cuestión estaban hechos con una especie de pasta coloreada. Parecían macarrones. Así que los cocí y me los zampé. No sabían muy bien, pero si con ello conseguía ahuyentar mi mala suerte me daba por satisfecha.
Tres días pasé en la cama con un dolor de estómago descomunal. Cuando ya pensaba que tendría que ir al hospital, el malestar remitió. Aunque no sé si surtirán el efecto deseado. He encontrado un nuevo trabajo, como dependienta en una tienda, cuando antes trabajaba en el departamento de informática de una multinacional, y me han tocado sesenta euros en la lotería ¿Merecería la pena el atracón de amuletos?


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