No pudo contenerse y compartió en Instagram una fotografía
luciendo los nuevos pendientes
que su marido le había regalado. Pese a las advertencias de él de
guardarlo en secreto, ya que nadie entendería que pese a su precaria
economía él había podido conseguir tan caro dispendio.
Le quedaban que ni pintado, parecía una reina, con zafiros y rubíes
engarzados en oro blanco, era un diseño moderno con detalles
tradicionales. Estaba tan eufórica por el regalo, que no le hizo
caso. Deseaba ser la envidia y comidilla de todos sus contactos.
Tan hermosa estaba que la foto tuvo un gran éxito y corrió por la
red como la pólvora, llegando al móvil de un joyero, quien al
instante reconoció los pendientes
que formaban parte de una colección privada, robada hacía
apenas mes y medio, en el asalto a una sucursal bancaria.
En menos de 24 horas, y gracias a la fotografía,
la policía localizó a la orgullosa poseedora de los extraordinarios
pendientes, apareciendo en
los días posteriores en todos los periódicos del país, tras ser
detenida una banda de delincuentes especializada en atracos a
sucursales bancarias.
Al arrestarles sólo se oía la voz de uno de los implicados: “¡Te
lo dije, que no colgaras ninguna fotografía con los pendientes…….”.
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