Un olvido imperdonable - Cristina Muñiz Martín





Cogió el bolígrafo y dibujó la silla tal como la había imaginado, con sus líneas rectas y limpias, puro minimalismo, igual que su propia vida. En un lateral del respaldo grabó su nombre, quizás con el deseo de ser recordado. Después subió al asiento y estirando el brazo dibujó una horca en el techo. Introdujo la cabeza en ella y movió los pies con brusquedad, buscando el vacío. Pero la silla y la horca permanecieron quietas, imperturbables, pues el hombre había olvidado dibujarse a sí mismo. Tuvo que volver a rehacer su obra, esta vez de madera y cuerda. A él ya se tenía.


Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario