Vivían más allá
de las colinas, en aquel lugar en el que el mar se tragaba el
agua cristalina del río y la volvía salada y azul. La tierra
era su suelo y el cielo su techo, el sol su luz y los frutos
silvestres sus alimentos. No conocían ningún dios ni tampoco lo
necesitaban. Aceptaban la muerte como una etapa más de la vida y la
vida como una circunstancia desconocida y bella. Eran felices. Un día
llegaron por el mar hombres nuevos, diferentes, que hablaban una
lengua extraña y que se colaron en su existencia sin permiso. Su
mundo se terminó... pero alguien dijo que se había descubierto
América.
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Me recordaste mi relato histórico “TLAKUILO” Pintor, escritor y poeta. Mucho se podría decir sobre ese supuesto descubrimiento de América.
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