Todos mis amigos me envidiaban, ¡vaya potra tío! Me decían algunos
¡jolín que suerte! Me decían otros, luego todos se reían y yo
alucinando en colores, iba más chulo que un ocho con mi bicicleta
nueva por las calles del barrio.
Nadie se creía que en la caja de galletas que el padrino me
había regalado por mi cumpleaños, estuviera el ticket con el premio
de una bicicleta.
¡Sí vale, la bicicleta era de chica!, pero me daba igual,
los demás no la tenían y yo era el único, nuevecita, de paquete,
cuando tuviera tiempo ya la pintaría de otro color que no fuera
rosa.
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