Por un robo sin importancia - Gloria Losada


 

En ese mundo insondable de los ladrones de guante blanco me llamaban la culebra porque me escabullía por todos lados. Participé en grandes golpes que nos proporcionaron un montón de pasta y jamás nos pillaron. Desvalijamos bancos, despachos de abogados importantes, joyerías y el chalet de algún que otro ministro al que dejamos en pelotas. Yo era siempre la que hacía el trabajo más peligroso, entrar y salir como si fuera invisible, con el botín deseado, por supuesto. Trabajábamos a sueldo y nos iba muy bien, hasta que me pillaron por un robo sin importancia, unas putas sandalias que no valían ni cincuenta euros, pero eran tan monas y no llevaba dinero encima en aquellos momentos... Confieso que siempre fui muy caprichosa y no pude esperar. Las quería ya, así que esperé a que la tienda cerrara escondida en un cuarto de servicio y cuando quedó desierta, tomé las sandalias y me dispuse a salir por el conducto del aire acondicionado. Con lo que no contaba era con que fuera demasiado estrecho. Me quedó el culo atascado. Ni para dentro ni para fuera. Al día siguiente me pilló la policía. Hacía tiempo que me buscaban. No delaté a mis compañeros, pero se les ha ido el negocio al tacho. Ya no hay culebra que se escabulla por todos lados.

























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