El Maestro - Cristina Muñiz Martín


                                       
                                              




--Hay que tener paciencia con la madera, Mauricio—decía el maestro. Debes tratarla como a una amante y ella acabará dándote su recompensa.
Mauricio lo miraba como si estuviera loco. A él la madera no le decía nada y lo de compararla con una amante le parecían las palabras de un viejo chocho ¿Cómo podía comparar la madera con la piel suave y sedosa de Teresina, su novia? La madera era áspera y dura y costaba trabajarla. No, el maestro no tenía ni idea, no le extrañaba que viviera solo.
Muchos años después, Mauricio repetía las mismas palabras que le dijera su maestro, para enseñar a otros jóvenes que, como él en sus tiempos, no tenían interés ni en la madera ni en ninguna otra cosa que no fuera pasarlo bien y disfrutar. Pero ahora sabía que, con tesón, se consigue todo en la vida, desde hacer objetos bonitos con la madera hasta salir de pozos tan profundos como el de la droga. Tan solo se necesita una mano amiga, como la de Mauricio, su maestro.




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