Rosita ya se sentía campeona, pues al acudir con su entrenador a
recoger la documentación para el torneo, le habían regalado un
medallón recuerdo de la competición, era su primer torneo y aquel
simple obsequio le pareció una medalla de oro.
La alegría fue mayor cuando por sorteo le tocó la pista donde se
juega el torneo Master 1000.
Estaba eufórica, pero ahora tocaba concentrarse para ganar a su
adversaria e intentar quedar en un buen puesto.
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