Sentado
cómodamente en uno de los sillones de mimbre del porche trasero de
su chalet, el Juez repasaba una y otra vez el sumario
que tenía entre las manos. De nuevo el asesino había hecho de las
suyas y por fin la policía le había echado el guante. Siete
asesinatos, siete prostitutas que habían dejado su vida bajo las
garras de un psicópata. Su forma de actuar era siempre la misma,
requería sus servicios, las estrangulaba y después practicaba sexo
con el cadáver de forma brutal. Y como marca personal un nenúfar
sobre el pubis de la susodicha.
El Juez levantó
la vista hacia el estanque que adornaba el centro de su jardín y
sonrió. Se acercó, tomó un nenúfar entre sus manos y lo estrujó.
Condenaría al reo a muchos años de cárcel. Ya pensaría después
la nueva marca personal que habría de poner en el pubis de sus
putas.
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Me gusta, pero me gusta como principio de algo más extenso.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Pilar. A mi, por el contrario, me gusta que sea tan corto. Es muy difícil contar tanto en tan pocas líneas,y Gloria lo consigue.
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