El cerdo vampiro - Gloria Losada


En casa de mis abuelos, en un pueblo perdido de Extremadura, todos los veranos había murciélagos en el desván. La tía Regina, que dormía en el cuarto en el que estaban las escaleras que subían al desván, más de una vez se había tenido que levantar en mitad de la noche a matarlos a alfombrazos. Al principio le daba un poco de asco, pero poco a poco se fue acostumbrando. A mí me producían pavor y mucho más desde que ocurrió aquello, de hecho no he vuelto al pueblo. Aquella noche se había escuchado mucho jaleo en el corral. Las gallinas, los cerdos y las vacas estaban revolucionados. Los abuelos y mis padres parecían no darse cuenta, pero yo no dormí nada en absoluto, pues a los sonidos de los animales se unían las siluetas de los murciélagos volando detrás de mi ventana. Cuando nos levantamos por la mañana todos los animales se encontraban muertos menos una cerda que estaba preñada. El veterinario dijo que habían sido los murciélagos, que les habían trasmitido alguna enfermedad. Ellos también desaparecieron. Cuando la marrana dio a luz trajo al mundo tres cerdos normales y uno con alas de murciélago que salió volando en cuanto vino al mundo. Nadie se explica semejante fenómeno, pero hay quien dice que alguna noche de verano el cerdo murciélago se ve volando, al acecho de cualquiera que vaya solo por la calle, para convertirlo en vampiro o algo parecido. Yo por si acaso no me he arriesgado.



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