Al alba - Marian Muñoz

                                              
Tomé la decisión de quedarme a dormir en el establo aquella noche, y pude descubrir el motivo del nerviosismo de los caballos en cuanto anochecía. Los murciélagos cobraban vida con la oscuridad y no paraban de revolotear, eran inofensivos y no le dí más importancia.
A la mañana siguiente me sentí extraña al asomar el sol al otro lado del corral, a mí que tanto me gustaba ver amanecer, desde aquel día huyo del sol y me cubro entera de oscuros ropajes. Para no envejecer.




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