Un experimento perruno - Gloria Losada





Hace años un conocido concurso de televisión comenzaba presentado por un perro que hablaba. La gente decía que era mentira, que la animación se hacía por ordenador o no se qué. Pero yo, que siempre fui muy suspicaz, me grabé en vídeo la presentación del chucho y analizándola pormenorizadamente me di cuenta de que no, no era mentira, el perro hablaba, dijeran lo que dijeran. Nadie creyó el resultado de mi análisis, por supuesto, pero a mi me importó un pito. Me propuse ir más allá, si un perro era capaz de hablar había que profundizar en su inteligencia y animarlo a hacer otras cosas, como leer un libro, por ejemplo, o el periódico. Comencé buscando el can adecuado, me llevó su tiempo pero al final di con Ercolina, una pekinesa más fea que Picio pero la mar de inteligente. Dos años y medio me llevó amaestrarla, y cuando pensé que ya lo había conseguido casi se me fue todo al garete. Le di a leer un periódico y comenzó a hacer cosas raras, guiñaba los ojos, tenía tics en la pata izquierda delantera, caminaba de lado... hasta que me di cuenta de que era por las barbaridades que leía, crisis, políticos corruptos, catástrofes humanitarias... La tuve en cuarentena y cuando se recuperó opté por darle un libro. De eso hace ya seis meses. Se ha leído El Quijote, Fortunata y Jacinta y La Regenta. Sé que lee porque me he inventado un aparato que mide sus ondas cerebrales. No se lo he contado a nadie porque nadie me creería y a ojos de la gente somos perra y dueño normales y corrientes. Algún día se sabrá. Ya llegará mi momento.






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