Sė que poner este piso en alquiler
es lo mejor que podemos hacer, lo más sensato, la mejor solución.
Sé que es un pozo sin fondo así como está, vacío. Hay que pagar
la comunidad, los mantenimientos del garaje, las humedades del
trastero.
Sé que las casas cerradas sólo van
a peor; algo les pasa que estando vacías envejecen más deprisa,
como si les afectase la soledad. Mi marido dice que tiene que ver con
la falta de aire fresco, que la atmosfera viciada estropea los
materiales. Es un hombre muy listo y muy práctico. Yo prefiero
pensar que las casa vacias son como la piel mudada de una serpiente:
se saben unas cosas inútiles, les falta la vida y dejan de vivir.
Es la mejor solución. Lo sé. En la
inmobiliaria nos han desaconsejado vender porque es mal momento. Si
lo que necesitamos es ir cubriendo los gastos que el piso genera lo
mejor es alquilarlo.
Todos tienen razón, no puedo decir
nada en contra.
Sólo que es el piso de mis padres.
Es la casa donde yo nací, donde
aprendí a caminar. Donde vi a mis hermanos por primera vez cuando
llegaron del hospital. Por la ventana de este salon espiaba yo la
llegada de Luis, para bajar corriendo al portal, cuando yo aún creía
que papá no sabía que tenia novio.
Es la casa que me vio marchar con mi
deslumbrante vestido de novia.
Ya se han llevado todos los muebles
viejos y la sensación de piel vacía es abrumadora. Mis pasos hacen
retumbar eco por toda la casa.
No me importaría mudarme aquí.
Poner mi común y corriente piso en alquiler y que éste volviera a
ser un hogar. Pero sólo a mí no me importaría; a mi familia, a mi
marido y a mi hija, les dio la risa cuando lo dije. Nuestros muebles
y nuestra vida son demasiado modernos para este viejo barrio, para
este viejo edificio sin ascensor, para este viejo piso que, a fin de
cuentas, para ellos no significa nada.
Asi que adios, casa. Hasta siempre.
He querido venir sola a despedirme de ti y así, si se me escapa
alguna lágrima, quedará entre tú y yo.
Me llevo lo único que no he
consentido que se tirara: la maleta donde papá guardaba como un
tesoro sus discos de vinilo. Mira que eres tonta, para qué los
quieres, si no tenemos tocadiscos. ¿Para qué los quiero? Para no
olvidar nunca lo que es el amor.
Los domingos por la tarde mamá
hacía churros y chocolate para, los cuatro. Papá sacaba la maleta
de los discos, siempre manejándolos con mucho cuidado, con mucha
devoción. Y con el mismo cuidado y la misma devoción, ese hombre
que no podia permitirse salir a bailar con su mujer, la cojía entre
sus brazos, le dedicaba una sonrisa cómplice y bailaban y giraban de
una habitación a otra, mientras lo niños reíamos y aplaudíamos
con la cara llena de chocolate.
Sí. Lo sé. Lo mejor es alquilar el
piso.
Me voy de una vez.
Oigo voces en la escalera y por el
lenguaje y el tono tan profesional, sólo puede ser alguien de la
agencia con un cliente potencial.
No tengo ánimos ahora para este
encuentro y me escondo en el descansillo, un piso mas arriba, para
esperar a que entren y bajar sin que me, vean.
Ay, cielo. No he visto la casa y ya
estoy enamorada. Me gusta la calle y el edificio.... Dice una voz
femenina.
Bueno cariño, no te apresures.
Contesta él.
La chica de la agencia se ríe de
manera forzada y oigo el ruido de las llaves en la cerradura.
Me puede la curiosidad. Asomo un
poquito para echarles un vistazo. Qué jovenes son, poco mayores que
mi hija. A la chica se le nota un embarazo de pocos meses.
Y lloro. Ya no puedo ni quiero
evitarlo. Para ellos comienza una nueva vida y la mía seguirá, pero
siento que lo mejor de mí ha quedado tras esa puerta.
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Me alegro que hayas vuelto a escribir, y que retomes cosas que ya seguro tenias olvidadas.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato, y ya sabes que yo de leer poco, pero te engancha,
Felicidades