Los golpes sordos
y constantes que vienen del piso de arriba le desconcentran y le
irritan.
El plazo para
entregar el libro a la editorial está ahí, a la vuelta, marcado en
rojo en todos sus calendarios. Pero no hay manera de terminarlo.
Está desquiciado
por culpa de su extraño vecino de arriba y su perro, con los que
jamás se ha cruzado ni en las escaleras ni en el ascensor.
¿De verdad
vivirá alguien arriba o serán dos espíritus, uno de ellos canino,
muy ruidosos?
¿Moverán
muebles entre los dos y de ahí los golpes?
¿Estará
borracho el perro y tropezará por las esquinas?
¿Quién de los
dos se levantará insomne y chocará con los muebles, armando un
jaleo de mil demonios en el silencio de la noche? ¿Será un perro
sonámbulo?
Quizá sea mejor
abandonar lo que tiene entre manos y empezar una nueva historia con
el perro de su vecino como protagonista.
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