Romanticismo - Gloria Losada




Tengo un vecino que es un impresentable, un baboso, un descarado que me desnuda con la mirada cada vez que paso a su lado y me dice cosas obscenas. Está estupendo, todo hay que decirlo, y a mí al principio me gustaba, pero desde que comenzó a tener esa actitud conmigo me dejó de agradar. El otro día me regaló un ramo de flores silvestres sin motivo ni razón. Cuando regresé del trabajo me estaba esperando a la puerta de casa y me entregó el ramo con una sonrisa y un beso en la mejilla. Pensé que era todo un detalle cargado de romanticismo y por unas horas mis reticencias hacia él disminuyeron considerablemente y mucho más cuándo en el medio de las flores me encontré un anillo precioso, un fino y elegante topacio azul rodeado por minúsculo diamantes engarzados en oro blanco. No, no soy entendida en piedras. En el telediario de las tres dieron la noticia de que el anillo en cuestión había sido robado de una joyería. Al parecer su precio tiene tantos ceros que nubla el sentido. Y ya he escuchado las sirenas de la policía. Maldito vecino. En menudo lío me ha metido.





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