Nuevas experiencias- Rufino García Álvarez






Cesáreo, bizco, maduro,
gafas culo de botella,
calvo y con semblante duro.
Y aún así, os lo aseguro,
su encanto dejaba huella.

Al cumplir sesenta y nueve,
cuatro años de pensionista,
pensó: "la vida es muy breve,
sólo vive quien se atreve".
Y se apuntó a un club nudista.

La chica de recepción,
completamente desnuda,
le rellenó la inscripción.
Fue una buena decisión,
no tenía ninguna duda.

"De prueba un día gratuito,
no le cobraremos nada.
Disfruté hasta el infinito.
El único requisito:
Ir en pelota picada.

Hay tenis, sauna, piscina,
está el Jardín del Edén,
fisioterapia, cantina
y una playa cristalina.
Aquí lo va a pasar bien."

"Me suena de maravilla,
pero tengo una cuestión,
una pregunta sencilla.
Tengo mal una rodilla
y necesito el bastón."



"Por supuesto caballero
use el bastón sin problema.
Su llave del taquillero.
Vaya hasta allí lo primero
y broncéese, que el sol quema."

Se dirigió al vestuario
para quitarse la ropa.
Era como un balneario
llevando al aire "el canario",
Y piensa ¡Menuda tropa!

Salió con cierto reparo
y fue al jardín del Edén.
Le miraban con descaro
y en un seto busco amparo.
"¡Me meto en cada Belén!"

Y justo al lado del seto,
una rubia impresionante,
le ponía muy inquieto,
y aunque quiso ser discreto,
empezó a estar jadeante.

Fue imposible de evitar,
era el instinto animal.
"Aquello" empezó a vibrar.
No lo pudo controlar.
Tuvo una erección brutal.

La rubia vino a su lado,
le dijo muy natural
"Ya veo que usted me ha llamado.
¿cómo quiere ser follado,
o va a preferirlo oral?"

Viendo a Cesáreo dudar,
le explicó la situación:
"Si te apetece follar,
es la forma de llamar,
el mostrar una erección."

Y sin más preliminares,
aquella desconocida
cogió sus bolas a pares,
le hizo juegos malabares
y echó el polvo de su vida.

"Adiós, hasta otra ocasión."
Casi no podía creerlo,
temblando por la emoción,
le cayó al suelo el bastón
y se agachó a recogerlo.

Escucho un "mío" sonoro,
sintió una presión trasera;
un tío cachas, sin decoro,
le perforó su tesoro.
¡Y sin dejar nada fuera!

Agachado como estaba
Cesáreo se revolvía.
Y cuanto más peleaba,
cuanto más forcejeaba,
más adentro lo sentía.

El cachas le dice chulo:
"Oiga, que aquí esto es normal.
Cuando alguien sin disimulo,
se agacha y enseña el culo,
es que quiere sexo anal"

Erguido, fue hasta la entrada.
"¡Quiero borrarme de socio!"
La chica, un tanto asustada,
le pregunto preocupada:
¿No ha disfrutado del ocio?

La verdadera razón,
es la frecuencia, hija mía.
Al mes tengo una erección,
pero se me cae el bastón,
más de diez veces al día.




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