Dramática - Pilar Murillo


                                         


La primera vez que la vi, apareció de repente en mi televisión en blanco y negro. Tan sólo era una niña de unos ocho años interpretando a Nerea, el personaje creado por Baltasar Suárez, en la serie “La maldad que te desborda”.
La habían peinado tan linda.. su melena rubia llena de tirabuzones, aquel vestido de época... en fín, una monada.
Después volvería a aparecer en un estudio uno, ese teatro que echaban por la tele, en la obra “Las amargas lágrimas de Mary Ficción” interpretando magistralmente a una niña caprichosa.
Volvió a salir en otras series, ya en la adolescencia, al lado de importantes actores nacionales. Y al verla, el deseo de ser como ella, renacía de nuevo. Estar de rodaje en rodaje o de escenario en escenario.
Nos hicimos mayores sin vernos, sin que ella supiese de mi existencia; Seguí su trayectoria, no obsesivamente, más bien por casualidad.
De repente las dos nos plantamos en los dieciocho años. Ella en esas fechas se la ve en la película “Cruce de obsesiones” de una afamada autora. Es el personaje de la “ asesina” . Hace una magnifica interpretación en ese film, y no es de extrañar, a lo largo de sus cortos años ha estado siempre entre bambalinas, al ser hija de actores, además de estudiar interpretación en la escuela de Cristina Rota.
Nunca me hubiese imaginado que ya cumplidos los veinticinco años volvería a verla en el teatro. y ya en vivo y en directo.
Yo me había convertido en una asidua espectadora y era de las que iba a saludar a los actores y actrices, incluso pedía autógrafo. Si no hubiese sido así, nunca habríamos sido amigas de verdad. El año que hablé por primera vez con ella iba corriendo a que la entrevistasen, aún vestida del personaje “Claudia” de la obra “Gracias Claudia”. Sólo la felicité, pero a la semana siguiente regresaba con otra obra y otro personaje, entonces me armé de valor para llamar a su hotel, preguntar por ella y me la pasaron. Nos citamos en las inmediaciones del teatro. Venía tan alegre como unas castañuelas... Con su melena rubia, larga y rizada. Su juventud, su sonrisa era de oreja a oreja y ante ella, yo, una fan, pero de las que la admiran porque también aman al teatro, no por el hecho de conocer a alguien que sale por la TV.
Nuestras vidas se unieron durante diez años en una bonita relación, fraternal primero; y como compañeras de trabajo después.
Ella, a los veinticinco casi veintiséis, interpretando tres personajes en distintas obras, girando por toda España, una actriz, una mujer de carne y hueso, igual de joven que yo, tan alta como yo... bueno algo más alta. Su melena, sus ojos verdes y expresivos, su tez blanca, sus manos finas, su cuerpo perfectamente proporcionado, su voz vocalizada y modulada, no era atractiva de cara, ni tampoco fea, más bien resultona.
Ella me hacía sentir importante, sin ser más, que quien soy.
A donde fuésemos me presentaba como autora y directora, lo que soy realmente, pero yo creía que tal presentación me venía grande.
En los momentos álgidos de nuestra amistad, estuvo a mi lado tanto en lo bueno como en lo malo. Tengo anécdotas a su lado, para llenar un saco. En las reuniones, la conociesen o no era el centro de atención, porque era amena, graciosa y sabía hablar de todos los temas.
Cuando salia con ella de fiesta, terminábamos jugando a los dardos, a las cartas, incluso una vez me hizo el baile de los siete velos al ritmo de una canción de Ana Belén, (cantante y actriz a las que las dos admiramos), sin ningún ánimo de provocación, por supuesto, tan sólo hacer la tontería. También me llevó a un karaoke, donde conocimos a un grupo de chicos que a ella la invitaban a whisky y a mi a cerveza. Me llevó a un concierto de “castigados sin postre”, ahí descubrí por primera vez, su egoísmo, pero dejé las cosas pasar.
Me dio la mano, me brindó abrazos y cariño, incluso una vez me ofreció una ostia, como reprimenda. Me inspiró hasta una obra de teatro y ahora ésta descripción.
Gracias a ella pude conocer a grandes de la escena a los que siempre he admirado.
Pero Ruina era dos personas diferentes, la que nunca sabias si estaba interpretando... o la sincera y adicta a vivir la vida deprisa, riendo, saliendo y más cosas que acaban en “endo”.
Actualmente es una mujer madura, aún conserva sus pómulos pronunciados de toda la vida, sus ojos vivarachos, su sonrisa que dibuja felicidad.
Actriz, más bien de teatro. Y en ocasiones actriz de su propia vida. Con el paso del tiempo se la ve una mujer reposada y tranquila. Aun que yo creo que sólo es apariencia.
Nunca ha dejado de ofrecer lo mejor de ella como interprete. De estilo dramático, porque desgraciadamente la han encasillado desde aquél personaje que interpretó de niña.
Yo conocí su faceta cómica, contando chistes malos entre amigos, pero con tanto arte, que las risas nos salían espontaneas.
Conocí sus fantasmas, a los que temía, sus supersticiones. He conocido Su buen corazón, cuando te tiene por amiga, aunque su egoísmo, como buena capricornio que es demostraba que a la larga su amistad sólo era por interés. Su rencor sin razón demuestra su corazón de piedra. Cuando intentas ayudarla, ella se siente atacada.
He visto su cara de enfado y sabía que era real, sus ojos hinchados al despertar, su temblor de manos antes de ingerir su dosis mañanera de alcohol.
Creí que habíamos sido amigas de verdad, de las de compartir secretos, lágrimas, risas, pero con el paso del tiempo me di cuenta que todo era mentira.
Creo que su enfermedad la llevó a ver las cosas bajo su propia realidad y que al recordarla me ha demostrado la maldad que tiene, hurgando en lo que sabe que puede hacerme daño.
En el último año en el que aún estaba a su lado como amiga y me percaté de su problema; yo pedía un refresco y entonces me convertí en una compañía aburrida para ella.
He de resaltar que su problema o adicción nunca la impidió realizar su trabajo como una buena profesional. Es una lástima, que no se la valore más. Aunque si no se valora ella misma, difícilmente la van a considerar otras personas.
Dicen que las cosas pasan por alguna causa.
Ella caminó a mi lado un trecho del camino, Y no hubo mayor razón que el sentir de una amistad, que nació, evolucionó y se desvaneció.
A éstas alturas he vuelto a comprobar que mirar el pasado sólo es revolver mierda.
No la voy a excusar conque sigue enferma. Simplemente yo seguí siendo su amiga y su admiradora. Mientras ella me tiene rencor por causas insospechadas y me dice cosas crueles y me hace sentir amenazada, yo vivía de recuerdos buenos del pasado, sin ningún tipo de orgullo, sin maldad, echando de menos a aquella “Ruina”, la que recordaba con cariño y admiración. Después de diez años o más, es inútil pedir peras al olmo y yo tengo parte de culpa por creer que existe el país de las maravillas.
Ya no soy su amiga y desde hace pocas horas dejé de ser su admiradora. La gente que es rencorosa, cruel y que hace daño donde sabe que puede hacerlo, no merecen mi tiempo.
Hasta siempre Ruina, que Dioniso, el dios del teatro, te traiga muchos trabajos y éxitos.






Licencia de Creative Commons

Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario